Hemos superado el domingo 26 de mayo. Ese “superdomingo electoral” que, para los catalanes, se ceñía a europeas y municipales.

Mi valoración, con perspectiva nacional, es que ha supuesto una clara contención de la marea socialista, atendiendo a lo que se podría vaticinar tras el varapalo del 28A.

El asalto al poder del Sanchismo, pese al Falcón, las cesiones y concesiones, la paupérrima gestión, el abuso de los “viernes electorales”, combinado con el exceso de oferta entre opciones necesitadas de confluir en el medio plazo, junto al miedo inducido por la irrupción de la tildada interesadamente como “ultraderecha”, demostró que, en este país, todo es posible. Y Zapatero superable.

Ya no podremos aludir a la condición de “okupa” del camarada Sánchez puesto que, a tenor de los resultados, un tipo como nuestro actual presidente en funciones podrá revalidar su condición con total plenitud… clara demostración de que la vida te da sorpresas.

Poco bueno le he dedicado en mis escritos al “figura” pero sí, como aparenta, pretende gobernar sin contaminarse del apoyo populista (de capa caída y en barrena) y separatista (pendientes de condena), será un punto positivo en su balance, aunque es imposible abstraerse de todo lo demás que supone tenerlo como cabecera del Gobierno de España. Máxime, con la duda de que al final sea capaz de reactivar el término indulto como plausible. Algo razonable para el nuevo presidente del Senado, que ya ha lanzado el primer mensaje de prospección al respecto, dejándonos preocupados sabiendo que un globo sonda siempre se lanza para algo.

Cargaremos pilas por si hay que dar respuesta a esa indeseable posibilidad de que se nos humille y denigre a los españoles, en caso de acabar el espectáculo mediático con una salida de rositas de los golpistas. Aunque después de los últimos soplos de aire fresco desde la Fiscalía, hablando ya de décadas de penas por rebelión, entramos en una fase de ilusión y de emoción que esperemos no nos la quite ningún político interesado y/o necesitado.

Eso sí, el indulto se podría convertir en el mejor argumento para activar una alternativa unitaria que pueda llevarse por delante a los que perdonaron, esperemos que no, a quienes merecen pagar su osadía con las mayores penas posibles, como rebeldes violentos y sediciosos que son.

Volviendo a los resultados del domingo pasado, aun estando pendientes de una larga negociación que acabe por perfilar ayuntamientos y comunidades, se puede predecir una cierta y deseable compensación de poder, pese a que el rojo domine (podría haber sido peor) el mapa nacional. En este sentido tiene especial relevancia, sin minusvalorar al resto, el premio especial que supone controlar Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Ya veremos si todos cumplen con sus promesas y pactos. Confío en que el centro derecha vea que el horizonte exige entendimiento y colaboracionismo altruista para poder ganar.

En lo relativo a Barcelona, interesadamente he esperado a conocer los datos definitivos del reparto de concejales antes de mandar mi columna. Era necesario saber si la lista popular consolidaba sus dos concejales acreditados según el recuento del domingo. Según parece, efectuada la revisión a mediados de semana, se logra por la mínima el cumplimiento del requisito del 5% y, por tanto, Josep y Óscar estarán en el pleno municipal.

Es una buena noticia para Barcelona que el PP y lo que representa tenga presencia. Y, sin duda, es muy gratificante pensar como resonará la voz de Josep Bou en el Ayuntamiento. Es un gran privilegio para la ciudad que personas como él participen de las decisiones que afectan a los barceloneses.

Que el centro derecha constitucionalista, tras el diagnóstico terminal de principios de año, perdure en el consistorio, es un éxito ilusionante que pone en valor la valía, el compromiso y la vocación desinteresada de servicio por parte del cabeza de lista de la candidatura, extremadamente implicado en evitar la desaparición del PP en nuestro Ayuntamiento, tal y como auguraban la mayoría de encuestas y sondeos.

Nadie puede negar que, con el impulso de Bou, las opciones del partido han ido al alza y, como él dice, ojalá hubiese durado la campaña un mes más para consolidar la recuperación. Se ha dejado la piel y, por ello y gracias a ello, se ha conseguido mantener el estandarte en pie. El éxito de la candidatura es de todos, pero muy especialmente suyo. Y el PP lo sabe.

Se trata de un resultado excelente que debe ser escuchado y valorado en la calle Génova de Madrid, en la sede del resto de partidos que participaban en las elecciones locales que han visto que se resiste al temporal pese a todas las trabas que han podido poner y, singularmente, en los despachos de la sede de la calle Urgell de Barcelona. Ya pueden darle las gracias como merece y sentirse orgullosos del acierto al elegir un candidato que podía salvar los muebles, evitando el finiquito de un partido necesario como el PP en nuestra ciudad.

A pesar de los mensajes del Govern lacista y la tele del Régimen es evidente que, con los resultados del escrutinio local, el constitucionalismo en Barcelona está mejor que antes, al incrementarse su representatividad en número de concejales. Esta razón convierte en ilógico e incoherente que los fascistas del lazo amarillo puedan gestionar y dominar el mayor municipio catalán, tras haber disminuido su peso específico y perdido concejales.

Es obligación de todos aunar fuerzas para lograr que, en la Ciudad Condal como en otros muchos municipios en situaciones similares, la suma de los que están a favor de la convivencia y la legalidad se imponga sobre los que siguen en su apuesta paranoide y rupturista.

A título particular, haber formado parte de una lista compuesta en un alto porcentaje por representantes del asociacionismo constitucionalista ha sido un verdadero privilegio. Siendo inconmensurable el sentirse capitaneado y arropado por un auténtico crak. Y, como representante de una asociación como Espanya i Catalans, debemos sentirnos satisfechos con que, a la postre, los resultados definitivos garantizan la presencia de las entidades sociales resonando en el salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona. Josep se encargará de ello, sin duda.

Al margen de esas cosas de palacio, nosotros como asociación seguiremos con nuestra tarea dentro del asociacionismo constitucionalista. Con el convencimiento de seguir siempre disponibles para que, con la marcada transversalidad ideológica que como colectivo nos caracteriza, podamos seguir sumando y aportando en favor de lo que realmente nos interesa y motiva: la defensa de la unidad y el amor incuestionable a nuestra patria. Allí donde se nos requiera estaremos. Nos ponemos, como ha sido siempre, a disposición de quienes defiendan, sin complejos, la legalidad constitucional.

No dedicaré muchas líneas para comentar la consabida maldad del fraccionamiento del voto, así como lo inútil y gravoso que ha sido el apoyo a quienes se sabía que no sumarían lo suficiente en algunos municipios. Lo dejo para la reflexión del lector. Hubiese sido tan fácil como concentrar el voto o, en su defecto, elegir dos papeletas diferentes para los dos comicios que citaban a catalanes el pasado domingo, asegurando que el voto no iba a ser, de rebote, refuerzo para el separatista de turno que fuese el más votado.

Por poco se nos queda la casa sin barrer. Nos ha ido de un pelo. El desaprovechar votos nos ha tenido en la cuerda floja hasta el final. Y, sabiendo que lo que nos jugábamos era algo más que unos sillones, hablo de la defensa de España en las instituciones locales, me siento defraudado por algunos que sabían que no tenían recorrido y han condicionado el logro de mejores resultados en favor de los que al final han entrado en los consistorios. Debemos hacer un pensamiento y ser más eficaces en los sufragios pensando que, si de verdad se es lo que se dice, lo importante es España y no las siglas.

Hay que buscar alguna solución que permita ganar con solvencia al bloque separatista, en el ámbito regional, y a la cada vez más aglutinada izquierda, a escala nacional. A titulo particular me motiva la solución que, en este sentido y con elevada efectividad, ha implementado Navarra. Quizás deberíamos aprender de ello.

Javier Megino