De entre toda la fauna que engorda la muchedumbre que da alas al separatismo y sus paranoicas intenciones siempre hay un perfil al que se le tiene especial “cariño”.

Como catalán que no oculta el orgullo por sus raíces galaico-castellanas, al elegir la peor de las cepas del virus sarnoso indepe me decanto por la que ha infectado a quienes han sido capaces de renegar de sus raíces.

Me refiero a esos que han abrazado el separatismo para sentirse integrados, demostrando que moralmente son escoria al elegir como oportunidad de existencia la negación interesada de sus ancestros. Una aplicación escatológica del famoso refrán “el dinero llama al dinero”.

Ese arraigo por un territorio que fue elegido muchas veces aleatoriamente para establecerse, entre los diversos polos de desarrollo industrial del siglo pasado, puede derivar en dos concepciones diametralmente opuestas.

Por un lado manteniendo firme la cabeza y el sentimiento que arropa a tus antepasados y te pone en valor como persona, reconociendo que eres español originario de Andalucia, Galicia, Extremadura, Aragón Murcia, Castilla, etc.

O, por el contrario, arrodillarte desde la primera o segunda generación, avergonzándote de tu cultura y de tu pasado, asumiendo como propia la historia manipulada impuesta por la docencia adoctrinante, difundida interesadamente por los medios de comunicación de la vergüenza, tergiversadores, blasfemos, derrochadores e insultantes.

Unos y otros, los que mantienen el sentir familiar que no oculta el origen de la estirpe, junto a los que ocultan su trayectoria histórica camuflados en la estelada, confluirán en las Fiestas patronales de sus pueblos durante este próximo fin de semana.

Será el momento del resugir puntual de unas poblaciones que sobreviven en las zonas despobladas de nuestro país, viciando la cruda realidad que supone el desarraigo y la apatía, aprovechándose de esa costumbre sana que supone ir a disfrutar de unos días allí donde residen o descansan abuelos o padres.

No es descartable que ese momento de convivencia, entre cuerdos y los que se les ha ido la pinza con tanta comedura de coco, pueda derivar en tensiones. Situaciones previsibles sabiendo como se las gastan los que han optado por alinearse con el victimismo, el supremacismo, la prepotencia y la chulería implícita a la comprensión del lacismo.

Para los vecinos de dichos municipios y los oriundos que vuelven en vacaciones, sin desligarse del nexo de unión patria con el mismo, la situación puede ser complicada. Les deseo que disfruten de sus Fiestas y que prevalezca su compresión y educación, frente a la basura separatista que reniega de su realidad y que está acostumbrada a usar la violencia en la sombra para imponer su enfermizo criterio.