El dinero, combinado con el fanatismo que lleva implícito el interés supremacista, ha logrado que muchos lugares y momentos se hayan desvirtuado, tergiversado y contaminado.

Con un baño “cucurullador” que faculte a cualquiera el don de la imaginación febril para crear la tergiversada “Nueva Historia”, al gusto de los compradores de voluntades, todo es susceptible de salirse de contexto y pintarse a conveniencia.

Nada nos sorprende, tras convivir con varias décadas de soporífero vicio por hacer catalanes afines y ver como se trastocan acontecimientos con la brocha amarilla.

Hemos tardado demasiado en reaccionar y debemos levantarnos para acabar con la genuflexión de la mayoría ante la constante pérdida de derechos. El más espectacular el que tiene que ver con nuestra lengua materna y el futuro de nuestros jóvenes.

Toca acabar con esa estrategia de que, para mitigar su falso victimismo, se penalice solo a una parte de la sociedad. No todo vale para que nos “llevemos bien”.

Ya han tocado techo. Viendo los resultados, debemos cuestionarnos esta sumisión en favor de la mentira y prepotencia, sacando a flote la realidad que, aunque no les guste, es la que lleva implícita la verdad.

La dejadez de los poderes e instituciones nacionales, muchas veces mirando a otro lado, debe corregirse. Ya no hay más margen para que se siga inventando y dando pábulo a una nueva historia a la carta que, en la mayoría de casos, ocasiona entre risas y carcajadas.

Toca evitar la vergüenza ajena y remediar el entuerto, aunque suponga privar al supremacismo separatista de ciertos poderes alcanzados tras las innumerables cesiones y concesiones. Algo que, a la postre, en lugar de cohesionar solo ha servido para que pierdan el oremus y se líen la manta a la cabeza.

No podemos seguir permitiendo que los ilegales e idos se antepongan a los que actuamos con cordura y la legalidad por bandera. Por eso, con la sana intención de recobrar espacios, personas y situaciones, en la última celebración del que eligieron como día de nuestra región, una cincuentena de personas representando a la Cataluña orgullosa de su historia y su condición, homenajeamos como merece a Rafael de Casanova.

Un buen comienzo, pensando en recuperar todo aquello que no es de recibo que prostituya el separatismo, recordar con dicha ofrenda a quién lucho “por la patria y la libertad de toda España”.