Uno no sabe si reír o llorar cuando valora informaciones afectas a lo que ha sido el coste de esta legislatura non nata.

Sin olvidar el coste en Millones que supone repetir visita a las urnas, el despilfarro de 111.000 euros diarios durante un periodo que solo ha servido para marear la perdiz y en el que empezamos como acabamos, es decir, hablando de la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, sirve como ejemplo muy didáctico de lo que es política inútil llevada a cabo por políticos a los que les sirve ese mismo adjetivo.

De hecho, según los telediarios, el coste de quitar la famosa losa, retirar los restos y trasladarlos unos 50 kilómetros se calcula en unos 50.000 euros. Un coste irrisorio si lo ponderamos con la “inmensa trascendencia” del tema, que ha llegado a venderse en Europa como el gran y exitoso logro de nuestra historia contemporánea.

Pero, siendo rigurosos, ¿no deberíamos sumar los millones que supone volver a convocar elecciones y también el resultado de multiplicar 111.000€ por todos los días de esta legislatura fallida, para valorar realmente lo que va a costar dicha exhumación, sabiendo que ha sido el único objetivo de este Gobierno en funciones? Con el agravante de que, ni siquiera, Sánchez y su séquito ha sido capaz de cumplir dentro del plazo con esa gran demanda social que, como todos sabéis, no ha permitido dormir a la inmensa mayoría de españoles y ha sido el tema de todos los corrillos y reuniones familiares o entre amigos.

Ya he expresado en otras ocasiones que no me molesta en absoluto que sigan los restos donde están. Es más, siempre me ha parecido que se ha usado este argumento con interés meramente mediático, electoralista e interesado. Al menos toda esta pantomima ha servido para constatar la inutilidad y el ridículo de unos gobernantes de pacotilla que, sin remordimientos, volverán a servirse de los argumentos guerracivilistas, que tan buen rédito les da, en la inminente campaña electoral.

Con lo que les está costando solventar el tema estrella, prefiero no pensar que podría pasar cuando tengan que entrar en materia y se tenga que decidir sobre temas que realmente son relevantes para el día a día de los ciudadanos. Aspectos “secundarios” para la tropa de la bancada azul, no tan prioritarios como los impostados desde el Valle próximo a Galapagar, pero que sí afectan a las condiciones de vida de los contribuyentes y, por extensión, a la cada vez más numerosa población que vive de las subvenciones.

Con el fin de esta etapa legislativa sin legislaciones cerramos un episodio que entrará en los momentos significados de la Historia política de España. Periodo que ha servido para demostrar lo fácil que es criticar pero, cuando toca gobernar y buscar acuerdos, lo difícil que puede llegar a ser moverse en términos reales. La hemeroteca nos ha permitido constatarlo sacando a la luz las perlas del amigo Sánchez, antes de llegar a ser presidente, que ahora se vuelven en su contra.

Todo nos hacía suponer que el capítulo de la historia que más sonrojo nos iba a producir tenía como ganador absoluto al padrino de la alianza de civilizaciones, pero unos años después ha quedado demostrado que hasta Zapatero es superable.

No conviene olvidar que hemos estado a un tris de que, si no fuese por la tentación de esas encuestas favorables para el ególatra Sánchez, se nos iba a colar un Gobierno de España apuntalado por los que quieren finiquitar la nación de todos. Llegando a contar, para cuadrar apoyos, con partidos cuyos líderes están pendientes de una sentencia que, espero, paguen largo y tendido. Si por mí fuera hasta que mis nietas, que aún ni están engendradas, entren en la menopausia.

Esperemos que las segundas oportunidades se sepan aprovechar y, con la necesaria unidad de las fuerzas de centro-derecha, demos carpetazo definitivo al periplo sanchista. Más que oportunidad entendámoslo como necesidad.

Para los que defendemos España de verdad, sin complejos, con orgullo y compromiso, diciéndolo alto y claro cada día, muy especialmente en fechas singulares como es el día de la Fiesta Nacional el 12 de octubre, derrochar y tirar por la alcantarilla millones de euros es doloroso.

Que suponga un esfuerzo mayúsculo llevar a cabo eventos como el citado del 12-O, sabiendo que el otro lado de la balanza está ahogado en millones donados por la Generalidad, con los impuestos de todos, afecta bastante a nuestras conciencias que, pese a todo, permanecen inquebrantables en la defensa de la españolidad de Cataluña.

Por eso, me creo en la obligación de manifestar que, con una parte de esa cantidad malgastada en un día, los consabidos 111.000€, podría darse solvencia a entidades que luchan por defender lo que los políticos no hacen. Un claro ejemplo somos los organizadores de la citada fiesta, de la mano de Espanya i Catalans y el resto de asociaciones constitucionalistas que colaboramos en la planificación de los actos de celebración en la Ciudad Condal.

Brindar a la población catalana la posibilidad de disfrutar de un día festivo como es la Fiesta del Pilar, de la Hispanidad y la Fiesta Nacional de España, bien merecería el apoyo institucional y económico que, hasta la fecha, nunca ha existido. Ese gasto no sería un derroche y serviría para poner en valor lo que nos une a todos.

Mientras, nos toca convivir con una realidad paralela en la que los fanáticos de la Generalidad, además de apoyar sin límite a las entidades sociales separatistas, se pierden definitivamente en su obsesión. Llegando a ser capaces de salir en defensa de los que han sido pillados con las manos en la masa, preparando artificios bélicos de uso terrorista para demostrarnos, otra vez más, que son gente muy pacífica y no violenta. Realmente el proceso enajenador de mentes les tiene abducidos.

Acabo recordando que, si quieres colaborar en hacer real la Fiesta Nacional de España en Barcelona, puedes hacer tu donación en nuestra página web: https://www.espanyaicatalans.org/donativos/