Un año más se avecina la llamada del alma invitándonos, obligándonos al compromiso de dejar nuestra tranquila y apacible Huesqueta para viajar a Barcelona el próximo doce de octubre, para presumir de español solidario, aparcando viejos complejos, en su ya casi tradicional, obligada e impuesta manifestación españolista.

Y, tengo que hacerlo, un año más, porque aunque la inteligencia práctica me pueda decir que leyendo a Oscar Wilde, por ej. y en casa, podría residir la felicidad, por el contrario, la otra, la emocional, siempre es terca, e insiste en que en dicho día debo de estar acompañando a viejos amigos,( les altres catalans, que diría Fco. Candel), prestigiosos andaluces del mundo de la medicina, la albañilería o la ingeniería, que después de haberse labrado allá una vida plena de ejemplaridad, esfuerzos y duro trabajo, ahora, tras su jubilación, tienen que verse de continuo ofendidos y molestados por advenedizos salvapatrias de medio pelo, dispuestos a heredar las nueces de su cosecha, y que han hecho del independentismo su religión, la única razón de ser de sus alocadas existencias.

….D. Pio Baroja¿ qué opina Vd. del nacionalismo?, le preguntó alguien alguna vez.

Pues que “es la cosa más simple del mundo, oiga, porque es llenarse la cabeza de una sola idea”, dícese que respondió el sabio y caústico D. Pío.

Ay, la indepe, el esquizoide sueño de vivir como en una idílica reserva de indios, en una unidad de destino, pero no ya en lo universal, sino solo entre vecinos, incluso mal avenidos. Y la quieren urdir contra andaluces, paisanos nada más y nada menos de aquél increíble Séneca que les enseñó a tolerar a todos, a ser ciudadanos del mundo, o contra otros muchos, extremeños, herederos gloriosos de otros mil nombres gloriosos de historia, valor y cabeza.

¿Sabrán realmente lo que están haciendo ?.Lo hacen, de sobra lo vemos, con soberbia de señoritos, profanando la historia y sin llegar a pensar, con inocencia más propia de analfabetos de historia, en que la historia puede llegar a repetirse si se olvida. Olvidando, los muy ellos, que quién siembra truenos, puede acabar recogiendo tempestades…la tempestad de la dormida mayoría silenciosa y españolista. Sí, aquella que salió de su letargo social y apareció, tras dejar su actitud de avestruces cívicamente suicidas( como acabo de leer en el delicioso y último libro de Fdo. Sabater: ”La peor parte”, otro gran luchador contra el fanatismo vasco), en aquél vibrante y apoteósico millón de españolistas de marras, a decir, por fin, que no estaba muerta, sino que estaba tomando cañas, según Peret, aquél divertido catalán universal. O mirando simplemente para otro lado, mientras había decidido asistir pasivamente, asombrada e incrédulamente, al derecho a la eutanasia activa ajena.

¿Habrán medido realmente la longitud del callejón sin salida en el que ellos solitos se han ido metiendo?.

Es una pregunta que siempre acabo haciéndome, mientras los observo por cualquier rincón catalán bailando sardanas, mirando como miran de continuo a sus espardeñas, con cuya punta no dejan de perder ripio, mientras, ensimismados, tal vez pretendan olvidar que fue precisamente un andaluz el que vino un buen dia a enseñarles a bailar en redondel.

Y, mirando, mirando la punta de sus alpargatas o de sus famosos Castellers, uno piensa que han quedado los pobres, como anonadados, como auténticamente trastornados, al extremo de descuidar no ya a todos los ladrones de su entorno que andaban robándoles a manos llenas y a todos los monjes pederastas de su Montserrat sagrado, sino a sus más elementales deberes de gobernantes, dejando su comunidad al borde de la quiebra, no sólo social sino económica, con una deuda pública del 200%, mientras, de forma trilera, intentan vender invendibles bonos patrióticos de la risa, salidos del horno de su quimera.

Y como donde no hay harina ya sabemos como acaban las cosas, ahora, viéndose fracasados en su onanismo mental histórico, apelan a la salvadora teoría psicoanalítica de la culpa ajena, del chivo expiatorio paterno, intentando eso, simplemente, el querer matarlo hasta conseguir la liberación final, su soñada mayoría de edad.

Y acabo, soñaba la otra noche ¿qué pasaría si pasado mañana, Tarragona, o digamos Tabarnia, por seguir siendo caústicos, visto lo visto y apelando a su grandioso pasado, anterior al Imperio Carolingio y por supuesto, al Condado de Barcelona, propusiera, pensando en aquella Imperial Tarraco, escindirse, para buscar cobijo, sombra y protección en su antigua hermana, la actual Constantinopla, digo Estambul?
Qué locura todo! ¿verdad?

CATALUÑA&ESPAÑA
MÁS NOS UNE QUE NOS SEPARA
AUNQUE LE JODA MUCHO AL MÁS

Podía leerse en una ocurrente pancarta de otro año, en otro soleado y enervante día de La Hispanidad.
Pues eso.

Luis Manuel Aranda
Médico de la Sociedad española de médicos escritores