Nos encontramos a las puertas de las cuartas elecciones generales en los últimos cuatro años, lejos ya del bipartidismo que caracterizó las décadas anteriores, con dos partidos reinantes y alternantes en el poder con el apoyo permanente de los nacionalismos periféricos que fueron haciéndose fuertes a base de guiños, cesiones y contraprestaciones de socialistas y populares.
Fruto del hartazgo de la ciudadanía con estos partidos el comunismo rojo casi desaparecido transmutó en violeta, tratando de ser una alternativa a los anteriores por el izquierdismo más extremo, al tiempo que en Cataluña, el hartazgo de un nacionalismo reconvertido a separatismo radical y totalitario con la complicidad primero y la inacción después de los dos partidos turnantes en el gobierno de España da lugar a una formación naranja que nace con vocación de romper con los viejos esquemas de la izquierda y la derecha y la determinación de hacer frente al separatismo en Cataluña, logrando despertar la ilusión perdida en tantos votantes de PP y PSOE que encuentran en Ciudadanos un aire fresco apetecible y deseable en quien depositar de nuevo la confianza y el voto. Sin embargo el salto de Ciudadanos a la política nacional y su coqueteo postelectoral con el socialismo en no pocas ocasiones, un socialismo descaradamente doblegado a los separatismos periféricos y un discurso generalmente brillante pero inconcreto e insuficiente, ocasionan el desencanto de la mayoría de votantes que un día lo fueron del PP y ahora apuestan sin dudarlo por el último de los partidos que irrumpe con fuerza en la política española apostando por ideas ampliamente defendidas por muchos ciudadanos, pero tímida o nulamente defendidas por ninguna de las ya existentes formaciones.
Como siempre que nace un nuevo partido y este eclosiona y crece exponencialmente, VOX se convierte para las demás formaciones en el principal “enemigo” a batir y a base de etiquetas como “extrema derecha, fascistas, fachas, machistas” y otras lindeces tratan de amordazar a un partido que cumplirá o no sus promesas, pero que se atreve a poner voz a lo que tantos ciudadanos llevan años clamando a gritos y viendo como las grandes oratorias de PP y PSOE y la inutilidad del socialismo frente a las grandes amenazas que asolan nuestro país no redundan en solución alguna.
Guste o no, cinco serán las grandes formaciones que conformarán un parlamento sin grandes cambios, pero donde la descalificación de unos contra otros no evitará que cada cual acabe votando según su afinidad o convicciones. La propaganda del voto útil ya no cuela y las etiquetas arrojadizas tratando de satanizar al adversario tampoco.
Sepan los “chorizos inútiles” del PSOE, los “corruptos” del PP, los “fascistas” de VOX, los “veletas” de Ciudadanos y los “comunistas-chavistas” de Podemos que cada vez que entre ustedes se lanzan estas descalificaciones, sus insultos no son más que un ataque directo a los votantes que hay tras cada uno de ellos y para los que también ustedes aspiran a gobernar.
España cuenta hoy con unos problemas económicos, laborales, sociales y territoriales de extrema gravedad y no hay peor fascismo, extremismo, radicalismo, ni racismo que no respetar la voluntad soberana de los ciudadanos que, hartos hasta la saciedad, tienen el legítimo derecho de votar a quienes mejor crean que puedan representarles sea cual sea el color y las siglas y sin importar lo que las lenguas de doble filo maldigan de ellas.
Albert Hidalgo (Colaborador)