Con el inicio de semana se consumó una escena que, para la inmensa mayoría de los españoles, puede ser el vaticinio de que no llegaremos a buen puerto.

A pesar de estar acostumbrados a la mentira y maniqueísmo, nos hemos visto sorprendidos con el precipitado pacto entre el sanchismo y el populismo rancio. Una firma que sienta las bases para una opción de gobierno en coalición que, confío, quede sólo en una intención y no llegue nunca a materializarse.

Los españoles que realmente queremos lo mejor para España no nos merecemos esta regresión, incluidos muchos votantes socialistas que piensan igual. Recalcando la conveniencia de mirar para adelante y aparcar definitivamente el guerracivilismo, pese a la fijación revanchista que tienen con el tema los gabinetes de ambos enamorados.

La efectiva bajada en votos y la consiguiente desilusión, al ver la inutilidad de la pasada cita electoral desde el enfoque interesado del convocante, mutó su postura radicalmente pasando de una actitud cabal frente al populismo de palacete, negándole el oxígeno y apartándose de su pestilencia, a un planteamiento diametralmente opuesto que le hace ver como bueno lo que era del todo malo. Abrazo público incluido y besos entre bambalinas previsibles.

Como consecuencia de ese cambio de postura que supone venderse al sectarismo bolivariano de los alineados con el separatismo, se ha comenzado a poner los cimientos de un posible Gobierno que blanquea la situación de los que han perdido votos, ennegreciendo el horizonte de los que queremos y defendemos la nación de todos.

Para acabar de redondear la desgracia nos queda por ver sí, en ese más que indigesto contubernio piensan incluir a los separatistas de ERC, también en retroceso. Lo que sería el definitivo puntal para asentar en el poder la rebeldía inconstitucional junto al rencor desenterrador implícito del popurrí radical y progre. Menudo panorama.

La primera derivada de tal decisión es entrar en una dinámica con un peligro sin precedentes. No es nada halagüeño que el comunismo y los amigotes de Maduro, además de los rebeldes separatistas, tengan acceso a los entresijos del poder. Se trata de un verdadero peligro en todos los sentidos, comenzando por los aspectos económicos que, a tenor de cómo está evolucionando la Bolsa española y la prima de riesgo, auguran un guion para la legislatura del todo “prometedor”. Y, en los aspectos territoriales, dado que metemos al zorro en la guarida, mejor que no os amargue la digestión con mi prosa. Ya os podéis imaginar.

 Lo malo de este guion de película de miedo es que no es ficción. Y no nos conviene que olvidemos, por la trascendencia que tiene, que estamos hablando de algo tan serio como es el Gobierno de España. Poner en manos de podemitas, comunes y separatistas algo tan importante como la unidad territorial de la nación española genera, para cualquier patriota de bien, una hipertensión galopante y endémica.

La cesión y arrodillamiento de un partido de Gobierno como el PSOE ante inconstitucionales que no defienden, si quiera, la presencia del retrato de su Majestad Felipe VI en el salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona, mostrándose favorables a la convocatoria del referéndum ilegal, reubica dichas siglas entre los integrantes del lado oscuro ¿Dónde están los barones socialistas defensores de España? ¿No les da vergüenza este pacto, en lugar de un frente unido del constitucionalismo?

A veces pienso que nadie ve, o nadie quiere ver, lo que está pasando en Cataluña, teniendo el iceberg tan a la vista.

Javier Megino (Vicepresidente de Espanya i Catalans)