Debemos suponer que todo lo que estamos viendo tras el 10N tiene un grado de estrategia y planificación, posiblemente maquiavélica.

Al margen de lo impresentable que es el opositor a presidente, debemos pensar que los estrategas que le asesoran saben algo de juegos de rol y, lo veamos por donde lo veamos, esa apariencia de haber gato encerrado en ciertas decisiones, que en ocasiones tildamos como precipitadas o irreflexivas, tendrán su lógica.

Conversando gratamente de estos tejemanejes con mi amigo y compañero Ricardo, una persona de mundo que no para quieto entre diatribas y paseos marítimos subido a no sé cuántos pies de eslora, llegamos a una conclusión que supongo será coincidente con el pensar de muchos.

El flechazo que le ha hecho sentirse atraído por el marqués de Galapagar, tras darle portazo unas cuantas veces e increparle por no apoyarle en varias tentativas, debe tener una segunda lectura.

Sabemos que el candidato principal a presidir el Gobierno puede ser falso, mentiroso y manipulador, pero esos abrazos de pasión ante las cámaras deben llevar consigo una termostática intención que calienta o enfría la relación en función de la necesidad y la hoja de ruta.

A nuestro parecer, siendo el amigo Ricardo muy vehemente en su postura, el “guaperas” (eso dice él) se la ha endosado muy sutilmente al “coletas” (también es su apelativo). Yo debo ser más infantil y prefiero imaginarlos cantando el “Dabadabaduu” de Hanna-Barbera Productions.

Se sabe que para controlar al enemigo la mejor táctica es tenerlo cerca. En este caso, con la ilusión del membrete de vicepresidente (válgame Dios, ¿habéis pensado de forma sensata y cabal en esta posibilidad?) lo tendrá contento, satisfecho y con la vista nublada. Son muchos deseos consumados en poco tiempo, destacando el lograr ser «casta», dejando el barrio progre por un casoplón con servicio doméstico y, ahora, consolidar una pensión y el sillón en el consejo de ministros… sus plegarias y oraciones están “madurando”. Con tanto subidón no sería descartable que goce en unos meses de nuevos permisos de paternidad.

Pero para la mayoría seguirá siendo un tipo repulsivo que “ama” a España a su manera. Hemos de prepararnos porque, además de ciertas decisiones que podrían hacer que nos tapemos la cara, cabe la posibilidad de que en algún momento tenga que ejercer de presidente del país, algo que solo de pensarlo genera picor urticante… ¿o no?

Como decía, dándole vueltas a la jugada coincidimos en que el famoso arrumaco puede ser un paripé. Tanto es así que andan con la mosca detrás de la oreja hasta los propios podemitas, viendo lo fácil que ha sido arrodillar al exbaloncestista.

Y, en dicho sentido, concluimos que probablemente lo pretendido es depurar interlocutores. Algo parecido a lo acontecido en el otro bando con la famosa terna, donde ha sucumbido el más voluble por su indefinición, consolidando un binomio con un frente férreo patriota y la propuesta certera y garantista de gobernabilidad (tres son multitud). Mientras, en el lado izquierdo, la depuración puede ser inducida, buscando aglutinar de forma interesada y con subterfugios. Dando cebo y calmando a las fieras con el pacto, a la vez que se evitan posibles tentaciones abstencionistas del PP en pos de la gobernabilidad. Algo indigerible para muchos votantes populares que se sentirían culpables por consagrar a Podemos en el gobierno nacional, con el consiguiente lastre electoral al pasar muchos electores del azul verdoso al verdeazulado, que no es lo mismo.

Por tanto, con la escena amorosa hay intención de señalar y trasladar a la opinión pública, como responsables de la inexistencia de gobierno, sus costes, incertidumbres y demora, a los que no han accedido a dar salida al enlace, prefiriendo ser firmes en la idea de anteponer el bien de nuestra nación, totalmente inmerecedora de un gobierno socialista condicionado por sus aliados naturales: podemitas, comunes y, muy posiblemente, rebeldes separatistas.

Los ingenieros estadísticos de Ferraz, que ya estarán valorando la tercera convocatoria a urnas, pueden plantearse evitar el apoyo separatista, que no interesa al país, ni al propio socialismo no sanchista, ni a los “manipulados” del poder Judicial, atornillando esa tesis de culpabilidad del centro-derecha y, ya puestos, trasladar a la sociedad la logica de concentrar el voto de izquierdas, puesto que puede demostrar que intentarlo lo ha intentado y, a la postre, ¿que puede justificar el seguir votando a un partido carca y en retroceso, interesado tan solo en sus egos y en pescar en río revuelto?.

Lo que igual falta es ponderar, en estos momentos de exigencia de patriotismo, los costes de un posible gran pacto de Estado que aúne esfuerzos, sin el lastre del comunismo rancio. Pero no depositemos muchas confianzas en esta alianza constitucionalista, porque no nos olvidemos que todo pasa por un ególatra narcisista que posiblemente sea el gran escollo para lograrla.

Javier Megino – Vicepresidente de Espanya i Catalans