El primer impacto de los resultados de las urnas está ahí, contentos unos, apesadumbrados otros por no haber visto realizadas sus expectativas y de los que no ejercieron su derecho al voto, una mayoría no estuvo dispuesta a emitirlo y tampoco a rendir pleitesía, el resto en la búsqueda de una explicación a su ausencia en los colegios electorales, recoge de los debates los argumentos más socorridos. Ahora con la máxima tranquilidad posible toca reflexionar sobre todo lo ocurrido pues en una democracia, que creíamos asentada, no hay otra salida después de un proceso electoral. Muchas y diversas han sido las actitudes de las fuerzas políticas, desde violentas, cargadas de mentiras, con perspectivas de romper el pacto constitucional, supremacistas, timoratas y hasta algunas ausentes.

Se inició con gran entusiasmo un proceso hacia la libertad y el respeto a la ley, un periodo que sería considerado con el paso de los años si se ajustaba a lo diseñado, un marco democrático liberal, adecuado a nuestra realidad histórica, plural dentro de la unidad de principios, de esencia, de referencias de lo que inyectaron los grupos humanos que llegaron, pasaron o se quedaron en la península. Fácil no era pero tenía muchas posibilidades y algo muy importante, España estaba preparada para dar ese paso, desarrollo económico, enseñanza generalizada, una clase media trabajadora, creativa, formada y una asistencia sanitaria de alto nivel.

Instrumentos no faltaban, la transición democrática facilitó el acuerdo de dejar atrás el pasado de enfrentamientos cainitas.

Pero olvidamos que la convivencia es una tarea diaria y que la libertad se consigue con su defensa en todos los espacios posibles, familiar, laboral, social. Las pirañas fueron al acoso de ese marco e hicieron de él su plan de vida. El resultado es bien visible, un sistema dirigido por líderes corruptos en sus principios, telúricos, capaces de triturar toda la herencia histórica que nos ha dado un lugar privilegiado en el modelo occidental. Isabel l reina de Castilla esposa de Fernando II, rey de Aragón, fue una gran mujer, adelantada de su tiempo, con una vida llena de hitos y modelo para muchas de las feministas que braman en las calles, en los platós televisivos y en los espacios institucionales. Hoy pocos son los que se acuerdan de esa gran reina y si se hace es para tacharla de liberticida, de doctrinaria religiosa junto con otros calificativos. Muchos de esos populistas revolucionarios no recordarán o no sabrán que esa mujer, 515 años de su muerte, es la que sembró el germen de la unificación de España como país. Y es a ese país de bastantes siglos de existencia, al que están dispuestos los secesionistas, los comunistas por intereses innobles a desguazar , si el señor Pedro Sánchez sigue en su empeño de ser Presidente del Gobierno sin contar con el acuerdo del Partido Popular y el resto de partidos que forman la derecha sociológica constitucionalista.

Se han perdido varios de los requisitos que un Estado de Derecho necesita, la independencia del poder Judicial, la pluralidad informativa y la libertad de enseñanza. Tres pilares que enmarcan la palabra Democracia. Sin ellos va a ser muy difícil para la gobernabilidad sortear el reparto de escaños después de los comicios del 10 de Noviembre. La ley electoral encharca aún más el camino para llegar a acuerdos y el Jefe del Ejecutivo en funciones engrandecido por su “ ego descarado “ y cegado más que por el poder, por el estatus que conlleva, no busca los cauces que se ajustan a lo que dicta la Constitución.

Es una anomalía democrática presenciar que quienes ocupan las instituciones, delinquen o se apropian del erario público y hasta pretenden desestabilizar el Estado al que representan.

Todo se desborda, el punto de referencia es Cataluña y a la espera está el País vasco. Los nacionalismos en un mundo donde la tecnología ha roto barreras, están empeñados en crearlas. Ésta es su primera fase, pero al acecho está la siguiente, el pan-nacionalismo. Navarra está en el ojo de mira del vasquismo y la Comunidad Valenciana en el del catalanismo y todo realizado desde el poder que le otorga el Estado, contraviniendo el marco legal y dilapidando en sus ensoñaciones cantidad de caudales destinados a asuntos sociales.

Se han invertido los valores, y el adelantado en estos momentos es el presidente en funciones. Pretende un pacto de investidura con la flor nata del detonante de la soberanía nacional y en nuestras manos está en poner en marcha las sirenas para alertar a todos los que aún están en espera de un milagro. La soberanía se apoya en el conjunto de los españoles. Por todo ello ningún partido ni líder puede torcerla, ni mal interpretarla, y si así lo hiciera sería un traidor. Los minutos transcurren con una rapidez vertiginosa, instante que pasa es a su favor pues sus engañosas reflexiones, su lenguaje trucado y sus falsos datos calan y son aplaudidos por los medios afines, manipuladores.

NO a los que tienen como reto destruir el modelo social, fulminar la integridad de España y sobre todo NO a los que para conseguirlo pusieron como moneda de cambio la muerte. La meta esperanzadora es llegar a un pacto constitucional, estatal y por lo tanto, nacional. La libertad personal y de todos en conjunto está en un momento delicado y hemos de saber rescatarla.

Ana María Torrijos