Pues sí, esta es la maltratada nación que habitamos, este frondoso árbol que por no mimarlo y regarlo y no podar sus malas hiervas, amenaza romperse en cualquier momento.

Después de barbaries como los atentados contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987 o la de Vic en 1991, después de atrocidades como la del Hipercor de Barcelona en 1987 y brutales episodios como el atentado de Irene Villa en 1978, el cruel asesinato de Miguel Angel Blanco en 1997 o el inhumano secuestro de Ortega Lara en 1996, todavía hay quien cree que es posible hablar con la obstinación irrefrenable de los independentismos.

Después de décadas de sutil manipulación ideológica en Cataluña, de años de brutal adoctrinamiento con sus símbolos estelados, plásticos amarillos, panfletos y todos los medios audiovisuales al servicio de la causa secesionista, de la dudosa legalidad de varios referéndums, consultas, plebiscitarias e intentonas golpistas con líderes fugados o condenados en las cárceles por su graves actos delictivos, todavía hay quien cree que es posible entenderse con ellos para gobernar España.

Después de más de cuarenta años de cesiones, concesiones y bajadas de pantalones con los separatismos y nacionalismos, dotándolos progresivamente de más y más cotas de poder y dominio y fracasada la división autonómica de la nación, rechazada inequívocamente por los independentistas para cuya inalcanzable integración en España se estableció, todavía hay quien cree que aún se les pueden seguir haciendo cesiones y concesiones a los que de nuestro maltratado país solo esperan recibir sus escombros en bandeja de plata.

Esta, tristemente, es la España que tenemos, la maltratada nación que nos queda, a las puertas de una nueva Navidad. Con un separatismo extorsionador y violento campando a sus anchas por Cataluña y unos gobiernos electos que todavía siguen dispuestos a arrodillarse ante ellos.

Mientras algunos lamentan que sus líderes se encuentren fugados o presos en tan señaladas fechas, lamentamos otros la gravedad de los hechos que a tal situación les han llevado. Nadie debería de estar fuera de sus hogares o encarcelados, pero tampoco parece justo que quienes gobiernan desde su cautiverio arropados por masas sociales y buenos abogados debieran tener mayores derechos o privilegios que quienes por no poder pagarse una defensa, cumplen íntegramente severas condenas. En cualquier caso, felices fiestas a todos y que los Reyes Magos nos dejen buenas dosis de incienso que nos libren de los malos olores de la podrida política, nos colmen del oro de una nación próspera y económica que tanto sufre ahora las consecuencias de la ineptitud de unos y otros y nos suavice con su mirra, la amargura de tanto odio, tanta discordia y tanto enfrentamiento. Y que el próximo 2020 sea un poquito mejor para esta España que tenemos, incierta, incomprendida y maltratada, que algunos anhelan rota como una delicada bola de Navidad.

A todos los españoles de buenos sentimientos y a quienes no siendo españoles respetan la tierra en la que viven y les acogen… ¡FELIZ NAVIDAD!

Albert Hidalgo