Esta última columna del año pretende poner de manifiesto un sentir enraizado entre los que, sin colores ni ideologías políticas que condicionen, ansiamos un gobierno de la nación que, sencillamente, la defienda.

Empezaré mi disertación tal y como acabará, es decir, deseando a todos los lectores una Feliz Nochevieja y entrada de año 2020. De hecho, dudé al poner título a este escrito, valorando como opción el trivial “Feliz Año Nuevo”, aunque espero haber acertado a la hora de incitar a la lectura.

La razón del que elegí tiene que ver con las vivencias y derroteros que nos marca la senda política, haciendo deseable que el dolor de tripas que nos pueda generar el estar en manos de comunistas y separatistas, liderados por el que fuera baloncestista, sea temporalmente lo más corto posible.

De momento, con el cocido maligno en ebullición, hemos de compaginar este fin de año con la tediosa agonía del palanganero llorica capaz de vender todo lo que está en su mano por el ansiado cetro presidencial. Algo que no augura, en el corto plazo, un devenir demasiado optimista.

Esperemos que, a lo sumo, cuando consagren todos esos chupópteros sus pensiones y vidorra a costa del contribuyente, con alboroques por algo inmerecido y humillante, como es ver a la casta podemita en el gobierno de la nación, a separatistas gestionando la liquidación de la misma y al ególatra plagiador abanicado por sus palmeros, toda esa chusma cese en su empeño por destrozar lo que quede de España y se vayan con viento fresco, lo más cerca a la embajada mexicana en Bolivia. Será una buena noticia que, por fin, vengan otros con sentido de patria para reequilibrar todo el mal generado.

Con lo que estamos viendo, llegando a moverse hilos judiciales por doquier para tenerlos contentos y con la posibilidad de una bochornosa anulación de sentencia en ciernes, la duda que suscita toda esta situación es saber ¿cuánto vamos a aguantar?, consciente de que la sociedad civil, la que pervive desalineada de la política sin ocultar su ferviente defensa de la españolidad de Cataluña, empieza a dar síntomas de agotamiento ante tan denigrante situación.

Es complicado presagiar reacciones, una vez se finiquite la vergonzosa claudicación político judicial en favor de los que pretendieron romper España. Pero doy por supuesto que ese arrodillamiento no tendrá la callada por respuesta, siendo labor del asociacionismo constitucionalista que no se olvide, ni sea gratuita, la traición a España del tripartito liderado por el sanchismo.

Se agota el tiempo de exonerar al socialismo, evitando identificarlo con el trio del mal. Animo a sus barones a que hagan pedagogía y expliquen al camarada Sánchez los costes derivados de su comportamiento, convenciéndole de la necesidad de dejar de hacer el ridículo y la conveniencia de un gran pacto nacional que no traicione el consenso constitucional.

Feliz salida y entrada de año. Preparémonos, parece que este 2020 vendrá calentito.

Javier Megino – Vicepresidente de Espanya i Catalanas