Para los catalanes leales y legales, a España y a nuestro marco constitucional, lo que está sucediendo, tras el asalto al poder del régimen auspiciado por los amigotes del otro lado del charco, no puede dejar de sorprendernos.
Queriendo como queremos a nuestro país y molestándonos que se juegue con los sentimientos patrios, ser testigos de la claudicación y del contagio de la metodología invasiva de conciencias, con el adoctrinamiento por bandera, nos hiere de forma mayúscula.
Parece que de poco ha servido estar décadas denunciando el comportamiento abusivo de las instituciones catalanas, coartando libertades e imponiendo un yugo educacional al gusto de su enfoque extremista, si vemos que ahora se replica dicha metodología a manos del “triasquito” sanchista-comunista-separatista que nos gobierna.
En situaciones de normalidad, con gobernantes a la altura de las circunstancias y sus cargos, siempre hemos mantenido la esperanza de tener de nuestro lado al Gobierno de España, no viciado de fanatismo ni de ansia vengativa. Por eso es especialmente doloroso que hayamos llegado a esto, tras la experiencia que llevamos acumulada en la lucha contra la humillación y sometimiento que supone el adoctrinamiento en Cataluña.
Nuestros gobernantes del conglomerado antiEspaña, sacando nuevamente réditos al guerracivilismo electoralista, han asumido las bondades de esa política de intromisión en las conciencias, valorando aplicar el método separatista a la hora de defender sus posicionamientos frente a los del adversario. Certificando de esa manera que la manipulación en la escuela, como también sucede usando los medios de comunicación, son inversiones de alta rentabilidad a la hora de lograr adeptos, votantes o fanáticos. Tergiversar y mentir son inmejorables mecanismos para llegar a las mentes en desarrollo de nuestras futuras generaciones, provocando que, con los años, se acabe cortando calles o quemando containers como divertimento, con el fanatismo inoculado y la razón anestesiada.
¿Qué nos van a contar a los catalanes, tras tantas décadas de imposiciones, vasallajes y abusos por parte de la minoría separatista? Ahora lo difícil es asumir que, a nivel nacional, hayamos caído en la misma vergonzosa dinámica de la mano del comunismo palaciego y del sanchismo vendepatrias.
Con alcance Cataluña y a nivel de toda España empiezan a verse preocupantes paralelismos.
En ambos casos las tomas de decisión se adoptan usando el rodillo inquisidor, amparado por una mayoría parlamentaria fruto de un apoyo minoritario en sufragios, vendiendo las tomas de decisión como “de todos”, marginando sin contemplaciones ni remilgos a la verdadera mayoría.
Ya sea imponiendo el credo separatista, los unos, o dando la espalda a costumbres, principios, valores, sentimientos, instituciones, lengua y patria, como ponen en práctica los actuales gobernantes del populoso ejecutivo picapedrero, lo cierto es que no queda más que desear que acabe cuanto antes la pesadilla o, creo que mucho más gratificante, empezar a plantearse escenarios en los que digamos, alto y claro, que España no merece lo que le está pasando.
Javier Megino – Vicepresidente de Espanya i Catalans