Después de cuadro décadas en las que reivindicación tras reivindicación, cesión tras cesión y chantaje tras chantaje en los que hemos visto en Cataluña como el dragón voraz del separatismo crecía y se fortalecía cada vez más y tras una década de extorsión, insumisión e incumplimiento de resoluciones judiciales una detrás de otra, tanto en materia lingüística como de imposición de urnas de cartón para decidir por obra y gracia de san lazo amarillo y santa estelada sobre la integridad delterritorio español, sin respeto alguno por los cauces legales para proponerlo, sorprende sobremanera que aún quede algún necio gobernante de la amenazada, despreciada y ninguneada nación española dispuesto a seguir claudicando a las exigencias del dragón crecido y fortalecido que lanza sus llamaradas de odio contra la sufrida España que tristemente no reacciona.

Después de toda una década sufriendo todo tipo de imposiciones de símbolos, panfletos, lacitos y pintadas por todos los rincones, urbanísticos, emblemáticos, históricos o naturales, de quemas impúdicas de la bandera de España, así como de numeras fotografías con la imagen de los monarcas que contemplan desde la inacción de una monarquía parlamentaria puramente simbólica, como se ultraja la institución que representan, se pita continuamente el himno de su nación, se quema impunemente su bandera y se desprecia su lengua como idioma común de todos y que todavía quede algún necio iluminado dispuesto a ceder ante eso.

Después de tanto tiempo sometidos a la tiranía de una doctrina que durante décadas se ha ido inoculando en la sangre de tantos hijos y nietos de la España rural, del sur, del oeste, del norte y del este, muchos de los cuales ya ni tan siquiera reconocen las raíces y la lengua legado de sus ancestros y empuñan finalmente airosos la estelada del rechazo a la nación que les dio su nombre, exhibiendo sus lacitos de repulsa contra la legalidad española vigente que sus líderes ahora presos o fugados se saltaron, resulta bochornoso y humillante que la voz de la Cataluña española que no rechaza la lengua heredada, ni la aprendida, ni sus banderas, ni la cultura de la tierra de la que procede, ni de la de aquella que pisa, sea la que siga sin ser escuchada, silenciada y despreciada.

Después de haber proclamado y sentenciado por activa y por pasiva, que ni las promesas de nuevos y más referéndums de unos, tras tantos ya realizados al margen de la legalidad, ni las obstinadas y obsesivas propuestas de federalismos de otros, servirán de ningún modo para aplacar su insaciable determinación por un único objetivo de total ruptura con la nación a la que hoy por hoy perteneciendo desprecian, indigna a la vez que humilla la imagen de un gobernante vendido a sus adversarios por el precio de una poltrona de poder, a cambio de la cual les ofrece en bandeja de plata una mesa de diálogo con quienes su único diálogo es la imposición, el desacato, la extorsión y el desafío.

¿Hasta cuándo se han de seguir entregando doncellas a un dragón insaciable? ¿Hasta cuándo seguir contentando a la bestia para esquivar el fuego amenazador que no cesa? ¿Hasta cuándo hay que seguir cediendo a su traidor chantaje?

Albert Hidalgo