Treinta y no sé cuántos días encerrados en casa y seguimos sumando. A fecha de hoy sabemos que, como mínimo, seguiremos en esta tesitura hasta el 9 de mayo.
Os confieso que llegué a especular con la posibilidad de que usaran el calendario para dar coba al sindicalismo, haciendo una coincidencia kafkiana entre la laxitud del confinamiento y la posibilidad de salir a la calle para celebrar el 1 de mayo. Supongo que, a estas alturas, hubiese resultado poco creíble que todo comenzó el 2 de mayo y los más de 20.000 fallecidos hasta entonces se ocasionaron por una indigestión o, usando los medios a disposición del Gobierno para manejar la información, se debieron a situaciones de contacto directo con el malogrado perrito Excalibur, que tanto martirizó a Rajoy en aquellos difíciles, dramáticos y angustiosos momentos del Ébola.
No hay día en el que, de una forma u otra, nos sintamos avergonzados de unos gobernantes de pacotilla como los que tenemos. Nos ha tocado, en esta ruleta de los tiempos, la peor combinación posible de gobernantes, justo cuando las exigencias requerían unos niveles de capacitación y profesionalidad máximos. Al menos, por encontrar el lado positivo, disponemos de paz social, al admitirse medidas tajantes y necesarias que hubiesen sido un caos si las hubiese impuesto un Gobierno de otro color.
De momento, seguiremos jugando con el bombo de la improvisación y el “salto de mata”, mientras todo se va al garete. Eso sí, las encuestas siguen dorando la píldora al sanchismo que, aparentemente según Tezanos y su juguete del CIS, condecoran al ególatra con unos resultados que, para colmo de los colmos, le hacen crecer en sus expectativas electorales.
Pero lo que saca de quicio y hace daño es ver como los peores, los rematadamente malos, estén utilizando para su beneficio partidario a los mejores.
Ayer al Alto Mando de la Guardia Civil se le escapó lo que suponíamos todos, que vivimos en un escenario de información condicionada. Por muchas prisas que se den para compensar el desliz quedó demostrado que, además de brindar a la opinión pública unos datos sanitarios que pueden ser irreales, el Gobierno y el Ministerio del Interior está utilizando a un cuerpo de renombre y prestigio, como es la Benemérita, para perseguir interesadamente el acoso en redes sociales contra este Gobierno inepto. La verdad es que suena a recochineo que estos gobernantes hablen de combatir bulos y mentiras, sobre todo si la maquinaria de la comunicación está en manos de quien está.
Como no puede ser de otro modo, todos estamos de acuerdo con lo de lograr pulcritud informativa, veracidad y transparencia, pero aplíquese ese criterio para todos.
Javier Megino – Vicepresidente de Espanya i Catalans