Cuando los que estamos en la recta final de una larga existencia éramos muchachos, gustábamos leer novelas de ficción sobre un mundo futuro en el que las personas habían sido rebajadas al más bajo nivel en cuanto a su libertad y derechos se refiere, sometidas a un gran poder global y supranacional, carente de cualquier atisbo de espíritu humanitario.

Sin mayor documentación al respecto suponíamos que, si la lógica estadística del crecimiento demográfico y de los limitados recursos con los que nuestro planeta cuenta, pudieran hacer realidad esas fantasías, sería siempre en un lejanísimo futuro mucho más allá de nuestra propia existencia.

Ver películas o leer novelas como: Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Un mundo feliz de Aldous Huxley, o 1984 de George Orwell y en la que se habla de la “policía del pensamiento” y de la “neolengua”, no nos producía mayor desazón que cualquier película o novela de terror de la que se sabe que una vez terminada, vuelve uno a la feliz y rutinaria realidad cotidiana que cada uno de nosotros se procura como su ámbito de confort.

Ahora, en 2020, como la rana en el caldero de agua caliente, nos apercibimos que aquellas fantasías se han hecho realidad pero nos pilla muy mermados en nuestra capacidad de reaccion. La nuestra es una sociedad narcotizada por el “soma” de las televisiones y medios de comunicación apesebrados y al servicio del gobierno.

Cuando el Sr. G. Soros visitó de improviso, sin agenda previa y a los pocos días de ocupar la Moncloa a Pedro Sanchez y no se explicó a la prensa el motivo ni apareció referencia alguna en la obligada nota de transparencia de la Presidencia del Gobierno, nadie levantó la voz para reclamar una aclaración al respecto.

Es públicamente conocida la vinculación de varios ministros del actual gobierno con empresas o instituciones del Sr. Soros o vinculadas a él y que han actuado en actos contra los intereses de España, y nadie levanta la voz para reclamar una aclaración al respecto.

Es extraña y paradójica la situación del Sr Pedro Sanchez que desde la Moncloa mantiene estrechos lazos con los grandes capitales como Soros y al mismo tiempo se asocia con los anticapitalistas furibundos como Unidas Podemos, pero que aplican las políticas globalistas que propugnan la desaparición de los Estados a favor de las Naciones sin Estado, de modo que sean los ciudadanos más accesibles y manipulables por parte de las grandes empresas y corporaciones mundiales.

Acerca de ese tema, me apuntaba un buen amigo la idea de que en las estructuras sociales muy jerarquizadas, para que la voluntad de los que ocupan los niveles superiores se vea reflejada en órdenes, leyes o instrucciones claras y sin variaciones a las bases, es necesario que los niveles intermedios sean anodinos, o sea, que no intervengan con sus ideas propias en esas órdenes alterando su contenido o intención. Para esas posiciones intermedias pueden valer personas que solo busquen su propio bienestar como el actual Presidente del Gobierno.

Efectivamente esta crisis sanitaria llevará adosada una profunda crisis macroeconómica y será la puerta de acceso a una nueva sociedad mundial más parecida a las de aquellas novelas de Bradbury, Orwell o Huxley, a no ser que los ciudadanos despertemos del sueño del “soma” y votemos a técnicos con propuestas serias en vez de hacerlo a demagogos arrogantes y fatuos.

Xavier Codorníu