Dice un clásico adagio: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Se refiere a las lógicas medidas preventivas que la elemental prudencia reclama para quien, viendo la desgracia ajena, debe prepararse para minimizar los daños propios.

Esa cita me viene a la mente al leer un día tras otro las medidas económicas que preventivamente están adoptando en España tanto industrias multinacionales como países y organizaciones financieras internacionales ante la catástrofe económica que la mala gestión del gobierno Sánchez está provocando ante la pandemia.

Renault y Nissan anuncian su voluntad de llevarse la producción de vehículos a Francia. Esa es una medida preventiva del gobierno francés que nos afecta de lleno por la gran cantidad de puestos de trabajo que se van a perder. Llueve sobre mojado, pero nuestro gobierno parece no escuchar el anuncio de la gran crisis que se avecina y, al contrario, toma decisiones que dañan más si cabe la economía. Me explico:

Acaba de decretar el confinamiento de los extranjeros que nos visiten durante 15 días. En el año 2018 nos visitaron 82,8 millones de extranjeros y permanecieron 15 días o menos el 93,3% de ellos. De modo que con la medida aprobada por este gobierno, dejarían de visitarnos, puesto que nadie en su sano juicio viaja a otro país para quedarse confinado en su hotel o apartamento.

El daño no se puede minimizar como ha hecho el Sr. Garzón denostando la industria hotelera, puesto que la ausencia de visitantes supone, además de la pérdida directa de muchísimos puestos de trabajo, los daños colaterales en la industria subsidiaria como la restauración y el transporte de pasajeros e incluso de mercancías, etc.

Pedro Sánchez Está provocando la “tormenta perfecta” y parece que busca el “cuanto peor, mejor” hasta conseguir el hundimiento de la economía de modo que todo el mundo deba depender de las ayudas del Gobierno como en Venezuela. A lo largo de 2019 vimos que la inversión de capitales extranjeros en España se redujo un 61% respecto a 2018, y aún no existía el Covid-19.

Evita declarar el Estado de Excepción, que supondría la aprobación judicial de diversas medidas o en su caso el control parlamentario. Está gobernando como un dictador, a fuerza de Reales Decretos, en un país democrático de la Unión Europea. Y mientras tanto, regala 125 millones a la opaca fundación de Bill y Melinda Gates.

Tanto Francia como Holanda acaban de rechazar los “coronabonos” propuestos por el actual gobierno español. Son países que han gestionado bien su economía y han sabido reaccionar adecuadamente y a tiempo ante la pandemia y no aceptan la idea de repartirse la deuda generada por la imprevisión de los que no quisieron poner sus barbas a remojar.

Deberían tomar nota de la respuesta de los países ricos de la Unión Europea aquellos españoles que, ante las políticas populistas y erráticas del gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, creen que Europa es la línea roja que nunca permitirá que la situación llegue a los extremos que se están viviendo en Venezuela.

Pero ya ha habido quien ha comparado la situación actual con la que se vivió en Grecia hace pocos años y que les llevó a verse obligados a aceptar el rescate de su economía y los tremendos ajustes y reestructuración de la administración que se derivó de ello, con importantes reducciones salariales a los funcionarios y a las pensiones de jubilación.

El parón que la pandemia del Covid-19 ha provocado a la economía mundial, se ve multiplicado en España por la falta de previsión de un gobierno incapaz de reaccionar a tiempo y que viendo la caída de la inversión exterior, echa más gasolina al fuego recortando la entrada de divisas que el turismo supone y coartando el consumo interior con la prolongación innecesaria de un estado de alarma que obliga al confinamiento de las personas y cierre del comercio interior y dificulta, manteniendo a los estudiantes en casa, que los padres puedan acudir a sus centros de trabajo y por si fuera poco, en lugar de aconsejar el mejor modo de abrir los centros comerciales manteniendo las medidas de seguridad, opta por suprimir las tradicionales rebajas que son un respiro para las economías domesticas y para el comercio minoritario.

Como he dicho, parecen buscar la tormenta perfecta y estamos sin un paraguas.

Xavier Codorniu