Queda lejos aquella época en la que la televisión nos brindaba pocas alternativas a la hora de seleccionar lo que debía verse en la caja tonta que presidía el salón de casa.

Mirando ahora la parrilla televisiva, con una lista interminable de opciones en las que elegir, sorprende pensar que, sólo unas décadas atrás, la elección era entre ver el primer canal o el segundo. Y, más aún, si pensamos en que se visualizaba en blanco y negro, cuando ahora ya no sé si estamos en el HD, el Full HD, el 4K, el OLED o el Nanocell.

Pero, para los que vivíamos la infancia en esos años 70 y 80, el recuerdo de algunos programas ha quedado en la retentiva como algo grabado. La palma se la llevaron, sin duda, los payasos de la tele, pero los dibujos animados después del telediario del sábado o el programa musical de José Luis Uribarri, avanzada la tarde, también son de los que tienen hueco en la memoria de los ahora cincuentones.

Su programa “Aplauso” y su sintonía se repiten en mi cabeza, con la imagen nauseabunda de los palmeros de Pedro Sánchez homenajeando a este tipo ridículo que, desgraciadamente, ha encabezado el equipo negociador en la última y reciente cumbre europea. Esa en la que se han decidido los importes de las transferencias y préstamos adjudicados a España para hacer frente a los efectos del Covid-19.

Poco deben conocer a este encantador de serpientes si creen que el destino de los recursos va a ser el que los ha justificado y las condiciones para hacerlos efectivos se van a cumplir. Me sorprende que, con el historial acumulado y la imagen mostrada hasta la fecha, quede cierto margen para que se le escuche y no lo manden a freír espárragos en el mismo momento en que su flamante figura entra en la sala negociadora.

Debemos reconocer a nuestros amigos europeos su paciencia, respeto y educación, además de la pena que debemos dar los españoles, viendo la representación que llevamos como cabecera.

Para colmo debo suponer que, ante nuestros socios continentales, se ocultará y negará la existencia de ese gran político, icono de las benditas intenciones, dueño y señor de la empatía, como es el “encoletado marqués”. Requiere una sobredosis de hipocresía plantarse en una sala para pedir dinero, conociendo bien a los impresentables gobernantes que tenemos y el uso que hacen de los recursos públicos.

Debe haberse dado alguna intercesión o influencia de nuestras meigas galaicas, aunque yo apuesto por que debe haber influido mucho la necesidad de no finiquitar el proyecto europeo, en situación de alto riesgo en caso de no demostrarse una visión unitaria y colaboradora en estos momentos de quiebra total en el flanco sur.

En definitiva, según dicen, ya tenemos un montón de millones para mirar adelante. Se trata de un presupuesto que llega en pleno proceso de desmarque, en el que lo importante parece que es escurrir el bulto y librarse de responsabilidades. Ya no importa la mala gestión acumulada por el mando único para hacer frente a los efectos del virus. Ahora se han cedido los bártulos a los que les gusta más el poder que a un tonto una tiza, encomendando el futuro de nuestra economía y nación a un santo que ya ni celebramos por ser el patrón de España, además de Galicia.

En nuestro caso, el president bufón y pelele ya tiene el mando en plaza, ya no se siente oprimido por la retrocesión de competencias, ya es el amo del calabozo y puede ejecutar las acciones que considere pertinentes para superar la crisis…

…Así nos va. Hemos salido de Guatemala para entrar en Guatepeor.

Javier Megino – vicepresidente de Espanya i Catalans