Esta ley quiere nacer al amparo de una ideología construida a partir de la premisa falsa de que la naturaleza humana, hombre y mujer, genera dinámicas de odio y no de amor, que es básicamente la pulsión más intensa de las personas.

Esto es la terrible consecuencia de lo que el jefe de la propaganda del partido nacionalsocialista, Goebbels, estableció para lo que hoy con toda desfachatez se denomina “posverdad” o “hechos alternativos”: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.

En Europa, el crimen fundamental del nacionalsocialismo ha sido la erradicación de la verdad interior de las palabras y con ello el concepto básico del Humanismo europeo de que las palabras poseían una verdad interna. La propaganda nazi destruyó el vínculo de la palabra con la verdad. Esto unido a la ceguera voluntaria y al silencio.

Los proyectos totalitarios se expanden a base de consignas muy simples, machacadas sin parar: el pensamiento-tuit. El tuit ha desterrado la argumentación y ha sometido al cerebro humano a consignas de 140 caracteres.

La ley Integral está basada en la ideología de género que parte, como ya he mencionado, de una premisa inicial de enfrentamiento y llega a negar el concepto de sexo, para sustituirlo por el puritano término “género”, a partir del cual elabora todo su artefacto doctrinario.

Lo real ya no consiste en algo ontológicamente sólido y unívoco, sino en una construcción de conciencia, tanto individual como colectiva, que incluso niega a la ciencia.

La ideología de género es una construcción locutiva impuesta a los individuos y colectivos. Lleva a aberraciones como negar el sexo, como decir que los hijos no son de los padres, sino del Estado. La familia es la célula básica de la sociedad y, así como nuestra cultura Humanista, nos preserva del servilismo que nos a deja merced de los poderes políticos y económicos.

En palabras de Enrique Rojas, catedrático de psiquiatría: “En la naturaleza está escrita una ley moral o de conducta, la cual debe ser respetada. La ley natural es la gramática de nuestra naturaleza y no puede ser manipulada al antojo de esas ideologías sin base antropológica, que son una moda progre y produce un ser humano solitario y sin vínculos: nómada, desorientado y sin rumbo.”

Recordando aquel cuento infantil sobre un emperador que desfila desnudo ante una multitud que lo aclama, señora Ministra de Igualdad, deje ya de vender mentiras integrales.

María José Ibáñez