Desconozco el día en el que me aproximé con la mirada a una hermosa frase “ En cada niño nace la humanidad “. No recuerdo el autor ni las circunstancias que le empujaron a redactarla, lo que sí tengo presente es la huella que dejó en mi su lectura. Hoy ha regresado y la pregunta del por qué, me ha hecho reflexionar y he de confesar que me ha invadido cierta tristeza al hacerse visible la causa del retorno de aquella emotiva sensación de antaño. No es nuestra consigna en vista de lo que apoyamos o consentimos a nivel social e institucional.

Por de pronto sufrimos la deriva de la ministra Celaá cuando colocó por encima de los derechos de los padres el poder del Estado y ahora más acentuado ese pronunciamiento al lanzar un órdago a los progenitores si no llevan a sus hijos al colegio – la cárcel y hasta la pérdida de la patria potestad -.

Con asombro y sin réplica contundente de la ciudadanía, se trazó un plan maquiavélico a corto y largo plazo para atraer el apoyo incondicional de la sociedad a las tesis nacionalistas y a las de ciertos sectores de la izquierda. La ruta a seguir fue y es la que coincide con el ciclo educativo, escuela y universidad. Los puntos vulnerables y constantes fueron la Historia y la Lengua española con el aditivo de la expresión “ Educación en valores “, que no es otra cosa que facilitar al profesor dirigir la opinión de los alumnos. La miopía política de transferir a las Comunidades Autónomas las competencias en educación y la falta del funcionamiento de la Alta Inspección, ha fulminado con el paso de los años uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho, velar por la formación de las futuras generaciones.

Los planes de estudio han de ser para todos por igual y con idéntica calidad. El esfuerzo, la responsabilidad, la disciplina, el mérito, el amor al saber deben ser los ingredientes para la auto realización personal y para labrarse un porvenir, estudios de formación profesional o universitarios según la capacitación de cada alumno. Pero esto fue negado, no interesaba tener unos estudiantes capaces de pensar, opinar y tomar iniciativas por si mismos, necesario era adormecer y dirigir a los futuros ciudadanos para hacerlos vasallos de posicionamientos partidistas.

No interesó al PNV ni a Convergencia introducir enmiendas al proyecto educativo que redactó el partido socialista con Felipe González en la presidencia, pues muchos de las premisas introducidas favorecían la acción de los nacionalistas y eso les hizo aprobarlo a pesar del bajo nivel educativo que entrañaba y también se diseñó la destrucción de las humanidades al sustituirlas por el adoctrinamiento con la excusa de un falso “ buenísmo “.

En las aulas se incuba el futuro firme de un país o la destrucción del mismo, por eso se han centrado en ellas los contrarios a la Nación española. Muchas han sido las veces que profesores militantes y alumnos han salido a las calles a manifestarse con las manos cogidas al grito de consignas ajustadas al interés del partido que suele movilizar este tipo de actos. Analfabetismo funcional impera en un amplio sector de la juventud, no están preparados para ejercer la parte de soberanía que les corresponderá al cumplir la mayoría de edad. Basta con ver la carencia de conocimientos históricos de algunos de los políticos, diputados o concejales, cuando pujan por quitar los nombres de calles a ciudadanos tachados de franquistas cuando en realidad no vivieron en ese momento de nuestro reciente pasado, o basta con escucharles en sus oratorias retorciendo el lenguaje, desconocedores de las raíces y las normas gramaticales del español, Idioma oficial según indica la ley, aunque en varias comunidades en retroceso por desidia del poder del Estado. Otro derecho inculcado por primar más los mercadillos lingüísticos montados por los arribistas, los que se lanzan a la palestra política a vivir de ella, no a servir a los ciudadanos.

Pero no todo queda reducido al espacio de las aulas, las referencias del entorno y las consignas lanzadas desde los estamentos oficiales sin el respeto a la pluralidad, impactan en cada uno de los futuros votantes, imberbes, en proceso de madurez. La ley se incumple y no hay penalización según sea quién no la acate, el delincuente tiene en ocasiones más apoyos legales que la propia víctima, okupas, menas disponen de más defensas que un jóven honesto que quiera abrirse camino, trabajar y adquirir una vivienda.

Los plenos en el Congreso, en el Senado, en las Cámaras autonómicas, en los Ayuntamientos deberían ser el reflejo de una sociedad con solvencia, con un rango de formación y de respeto, sabedora de lo que representa la soberanía nacional.

Ana María Torrijos