¿Crees que Quim Torra hace bien al permitir las concentraciones de la ANC el 11S estando en pleno rebrote de la Covid-19?

Parece evidente que algo no cuadra.

Estando inmersos en una nueva oleada de contagios y con toda la problemática derivada de la afectación del Covid-19 en la sociedad, hacer una salvedad con la fecha concreta del 11 de septiembre suena muy raro.

Solo el contexto de fanatismo en el que vivimos y la obcecación de los que mandan, pensando en el folclore que piensen montar en el homenaje de ese día desvirtuado interesadamente para convertirlo en lo que no fue, justifican la laxitud de unas normas que ellos mismos imponen.

Está claro que lo que sucede en España obedece, de una u otra forma, a los designios que establece el Gobierno de España. Por eso, permitir que el equipo de gobierno autonómico decida, poniendo en riesgo a la población al mantener una costumbre reivindicativa cansina y sin recorrido, culpa de un modo directo a los gobernantes permisivos que tenemos en Madrid. Éstos, como trileros y embusteros que son, han movido ficha para librarse de toda responsabilidad y evitar seguir demostrando que son unos inútiles e incompetentes, aunque escurrir el bulto no libera a Sánchez de su condición y funciones como presidente del Gobierno.

Dos tercios de nuestros votantes (para ser concretos el 65%) culpan de esta decisión permisiva al inquilino de La Moncloa y compañía. Con el acompañamiento que supone la segunda respuesta que ha tenido más votos, que plantea la obviedad que supone la celebración de actos en los que el control de las medidas sanitarias son dudables, algo que vaticina efectos de índole sanitaria y graves consecuencias en formato foco de contagios.

Sabemos que en un entorno en el que la “magia” con los datos es la norma y la tergiversación de la información el enfoque predilecto, pueden comunicarse resultados de contagios tras el 11S que trasladen una falsa inocuidad de los actos lacis desde la perspectiva sanitaria, pero desgraciadamente es bastante posible que no sea así, abanderando ese día una nueva oleada al estilo de la sufrida tras el 8M.

Nos queda esa porción de votos que siempre acaba de redondear la participación. Respetamos ese 2% que defiende las reivindicaciones del día de la región, dejando al margen los posibles efectos que puedan derivar desde la perspectiva de la salud pública de todos los catalanes.