Buenas dosis de ignorancia hacen falta para convertir las lenguas en afilado puñal, cuando no son sino la expresión más personal que brota de cada cual en el idioma o acento que le caracteriza. Más todavía cuando particularmente en Cataluña convivimos con la dualidad lingüística en nuestros hogares, en nuestras familias y en nuestro propio ADN, entremezclados en nuestros hijos en una amalgama de acentos de las diferentes lenguas latinas de sus progenitores y antepasados.

¿Qué clase de puñales son esos que tratan de herir según los acentos que son nuestra propia esencia y razón de ser?

¿Qué clase de ignorancia tiene la osadía de criticar las lenguas o acentos de cada cual o negar como algunos hacen la grandeza de esta lengua española que nos aúna o la dignidad de cualquier otra?

¿A caso más allá de lo que digan las leyes o los intereses políticos de unos u otros, no ha sido siempre ésta, la única lengua vehicular en la que todos nos entendemos, en cualquier rincón de España y con ella en medio mundo?

¿Acaso no es esta lengua de grandes filósofos, escritores y poetas que nunca fue enemiga sino cercana y enriquecida por las lenguas hermanas con las que convive?

¿Qué clase de puñales son aquellos que tratan de desplazar y ningunear una lengua con el falso pretexto de la defensa de otra?

¿Acaso no ha de ser libre cada cual de expresarse tal y como sale de sus entrañas?

¿Acaso la lengua en la que cada cual se exprese impide al otro la suya?

¿Acaso no es posible una sociedad, unas instituciones y una enseñanza pública que protejan y refuercen por igual tanto las lenguas locales, como la lengua común de todos?

¿Acaso los que vivimos en una tierra con dos idiomas, propios y naturales deberíamos renunciar a aquel en el que soñamos, sentimos y heredamos, para no resultar ofensivo al otro?

¿Tanto les molesta a algunos esa “realidad común” que nos une frente al empecinamiento permanente de lanzar sus afilados puñales lingüísticos, por motivos meramente identitarios contra las propias lenguas con las que convive?

¿Qué clase de puñales son esos en los que algunos han convertido las lenguas que nos dejaron nuestros propios ancestros?

A. Hidalgo