Hemos comenzado el año y ya estamos en plena carrera por batir el récord de temperatura mínima en España, al rondar ya los -36 grados según registro reciente en los Picos de Europa (León). También iniciamos la singladura del 2021 con la recepción de los primeros lotes de las ansiadas vacunas del Covid-19, necesitadas de unas temperaturas de conservación mucho más exigentes que ese mínimo histórico. Vacunas que, en su mayoría, no se han utilizado a la espera de que alguien las inyecte, esperemos que sea antes de que venza su periodo de caducidad y las haga inútiles. Y, para colmo, viviendo otra situación que si nos la cuentan hace años tampoco la creeríamos, al ver como uno de los teóricamente lugares más seguros del mundo, el Capitolio de Whasington, es asaltado y ultrajado con toda la chulería propia del fanatismo. Lo cierto es que, con este inicio poco esperanzador de año, no sé si el cambio de calendario augura un periodo tan prometedor como deseábamos.

Pese a lo acumulado en esta pletórica primera quincena del año, ciñéndome a esos tres casos singulares y de conocimiento generalizado, intentaré pensar en positivo y ver el vaso medio lleno. En este sentido justificaré el frío que estamos pasando con la salud recobrada de nuestro planeta que, tras el respiro ecológico que le brindamos con el parón generalizado del año pasado, ha podido permitirse un reequilibrio sano, haciendo frío cuando debe y calor cuanto toca. Esperemos que no tienda a regularizar en exceso y nos congele en invierno, para pasar a asarnos con la llegada de los calores. De momento, estando en las fechas que estamos, el frío nos acompaña, la nieve está presente y, con el margen de maniobra que nos aporta a muchos el teletrabajo y, sobretodo, una buena calefacción, podemos disfrutar de la estación del año como se la espera.

En lo relativo al uso de las vacunas llegadas de la fábrica belga de Pfizer confiemos en que su riguroso plazo de vencimiento, al tener una caducidad a muy corto plazo y dependiente de una cadena de ultrafrío, sepa contemplar y amoldarse a los condicionantes de nuestro ministro filósofo y su gran poder de gestión. Quiero pensar que, al hablar de días susceptibles de uso y validez de las mismas, no deben entrar en el cómputo los días de fiesta, o de fin de semana, o de disponibilidad y turnos de los practicantes. Si como responsable del tema me preocupase el asunto estaría inquieto al ver los estantes llenos de vacunas a la espera de manos para inyectar las dosis, con los farmacéuticos y sanitarios militares a la espera de un visto bueno que les active. A pesar de lo que sospeche, como me he planteado pensar en positivo daré por supuesto que el ahora flamante candidato lo tiene todo pensado y planificado. Y, por supuesto, que el coste de todo esto no repercutirá en los ya sacrificados contribuyentes, hartos de compensar con sus ahorros la ineptitud y pasotismo de los que nos gobiernan.

Y, acabando con la terna de acontecimientos que he pretendido hacer protagonistas en mi escrito de comienzo de año, haré una mención a lo acontecido en la capital de los EEUU, tras motivar el amigo Donald a los suyos para salir a la calle y asaltar su “Parlament”. En este caso son muchos los recuerdos y paralelismos que me vienen a la cabeza, pero me quedaré con el que, como catalán, me queda más cerca, tras haber vivido una experiencia parecida de mano de otro endiosado alentador de masas abducidas por una paranoia incitada desde el poder. Tan solo le veo un matiz diferenciador a la experiencia de uno y otro lado del Atlántico y es que, en nuestra experiencia de proximidad, el instigador acabó escondido huyendo en un maletero con el rabo entre las piernas y la gallardía perdida, mientras que, el del otro lado ya veremos donde acaba tras su versión anglosajona del “apreteu, apreteu”.

Javier Megino – Vicepresidente de Espanya i Catalans