Sí, a él, que no al cantante, mucho más inteligente. Porque sólo él es capaz de decir las tonterías habituales. La última, de hace pocos días, la de que Puigdemont, ese que está en el campo de concentración de Waterloo, es un exiliado como los republicanos que se tuvieron que exiliar al acabar nuestra incivil guerra.
Mire, sr. comunista y hasta Vicepresidente, lamento varias citas de culto incluidas, y dirigidas precisamente a vd., que sabemos es un hombre mucho más aficionado a las series televisivas. Decía Napoleón que “con las bayonetas se puede hacer de todo menos sentarse en lo alto” y, con sus palabras últimas, acaba de atravesar una línea roja, criticadas incluso por gentes sensatas de la izquierda por injustas, innobles e indignas. Las que me obligan a una respuesta coherente, tan coherente con el civismo como con el respeto hacia la dignidad y la memoria de todos nuestros seres queridos, los que han sembrado este país con sus sufrimientos y sangre, y al que ha llegado justo a tiempo de recoger sus frutos. Sus nueces, como hacía aquél Arzallus, de tan triste recuerdo.
Sr. Iglesias, he de decirle de antemano, que siempre que le veo entrar al Congreso, no puedo dejar de acordarme de aquél General Pavía… ¿recuerda? Sí, hombre, aquél del golpe de Estado en 1.873, entrando con su caballo. A caballo él, y vd. bajo su “moña”, con singularidad cuasi simétrica y en diferenciación tan vanidosa como patogénica. Perdone la comparación, casi tan estúpida y odiosa como la suya.
Casi había pensado al sentarme, dirigir todo lo que sigue al Sr. Presidente del Gobierno, el felón, al que no le importó engañarnos a todos, para después, ganadas las elecciones, caer en el fango de lo impensable, aliándose con vd. y con todos los enemigos de España que supieran hacer una cama confortable de vendimiador de vendimia política. Los capaces, sin vergüenza alguna y por propio interés, de hacer el milagro de resucitarle, de decirle aquello tan socorrido de “Lázaro, levántate y anda”. Qué vergüenza todo esto, lo de confundir lo posible, legal y políticamente hablando, con la ejemplaridad moral. Los horribles hechos para la historia.
Pero decido no dirigirme más a él, bastante tiene el pobrecillo, maldiciéndose todas las noches por tenerlos a Vdes a su vera. En el pecado lleva ya su penitencia, teniendo que acostarse entre Chistularis y Castellers. “Por sus socios y amistades, siempre podemos juzgar justamente a los hombres “y esto otro: “era lo único que le faltaba a nuestra gloriosa Patria, para decir que había pasado por todas las miserias, es tener también un gobierno de incompetentes y de amigos peligrosos para todos nosotros”…¿sabe quién lo tiene dicho?.
Pues bien, y “puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos”, voy al grano, puesto que, como decía, sus palabras, en boca de un político de su catadura, de su casta, no han pretendido otra cosa que deshonrar la memoria y dignidad de los míos. Sí, deshonrarla, porque mi padre, saliendo por Portbou como exiliado, tuvo que sobrevivir a la primavera de 1,939 estando tirado en una playa de Argelés (Francia), habilitada como campo de concentración , a base de seis sardinas arenques y un litro de agua al día.Luego, alguien de derechas al que su padre, mi abuelo, había salvado la vida, (como hombre influyente y fundador del Psoe allá por Jaén y por el año 1.931) abogó por él y fue “extraditado” hacía la plaza de toros de San Sebastián, su otro campo de concentración hispánico , aunque ya más cerca de los suyos y de su padre, purgando culpas en un penal de Alcalá de Henares. Fueron las “nanas” entre las que tuve que crecer, porque me eran relatadas casi entre lágrimas a la menor ocasión. Y por si esto no le basta, quiere que le cuente aún más cosas de los míos, los que siempre, en función de su cariño e inteligencia hacía nosotros, prefirieron crecer procurando olvidarlo todo, mientras nos invitaban a saber ganarnos la vida sin entrar nunca en política, pero sabiendo que con nuestro esfuerzo y sacrificios podríamos llegar a hacer un país mejor en tolerancia y dignidad.
Y, después de tantos años y cuando ni a mis hijos había contado todo esto sobre su abuelo y bisabuelo, preso incluso con el gran Tarradellas, por 1.931 en un penal de Cartagena, cuando la Huelga general de campesinos, ahora, viene vd. y me los compara con el huido de la justicia, el Puigdemont, el del golpe de Estado. Vd, precisamente, el del puño siempre levantado y presto a pontificar donde haga falta, un hombre cuál barbero de D. Quixote “mucho más versado en desdichas que en versos”, pero que, incluso en medio del agobio en que vivimos, no pierde tiempo para recordarnos, como diría el gran Quevedo que “aunque él pudiera creerse ser una fuente de agua de cualquier tipo…los demás, muchos, sabemos de sobra que no es potable”.
Es hermoso esto de que podamos acordarnos de tanta cita y dichos Quijotescos, porque nos permiten echar la vista atrás y consolarnos con sus vivenciad y sabiduría, tan actuales como salutíferas, porque aunque algunos de ustedes y el bicho nos pretendan meter en una cueva, gracias a ellos, aún podemos seguir mirando a la esperanza y a las estrellas.
Y, quiero acabar, pero preguntándome donde habrá quedado la ejemplaridad de Anguita, aquél importante hombre de izquierdas, que devolvía dietas y hasta llegó a renunciar a la pensión vitalicia como exparlamentario. Aquél que no trataba a los españoles como discapacitados mentales. Preguntándome lo anterior y recordando a Lenin, ese amigo suyo, cuando decía…”El lenguaje es un arma letal. Cuando utilizamos el lenguaje sin saber lo que estamos diciendo, nos estamos desarmando”, por si no estuviera ya Podemos lo bastante desarmado a estas alturas de su incompetencia, sr. Vice, el que se cree cuasi Gobernador de esta Ínsula Barataria, otrora llamada España.
Sólo sus baladronadas (chulerías, desplantes) son responsables del que me haya tomado la molestia de este desahogo, que “la revolución es algo que se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella”…mientras vd. sigue viviendo en Galapagar, no lo olvide cuando se estrelle de nuevo en las próximas elecciones. ¿Conoce también al autor de esta última cita?
Mire, y ahora si acabo, así como vd. aconseja series televisivas, yo, un ser más bien alfabético, permítame aunque no sea amigo suyo, aconsejarle “El arte de hacerse respetar” de Schopenhaüer. De haberlo leído, tal vez no diría sus tonterías habituales ni me hubiera compelido a estar este rato perdiendo el tiempo.
Sin el atentamente habitual
Luis Manuel Aranda – Médico Otorrino