Nos hemos despertado este 5 de mayo con tantas novedades que, difícilmente, podré estructurarlas en mi artículo semanal. Para empezar, confieso que he tenido muchas dudas respecto al título que lo encabece. Al final, siendo constructivo y positivo, he optado por hacer alarde de la victoria sin contemplaciones de la opción ganadora, dejando de lado las opciones que han salido derrotadas, aunque es inevitable alguna referencia dirigida al frentista e incitador guerracivilista que, ahora, dice que se va.

Conocido el abandono del camarada Iglesias lo único que le pido es que, junto al adiós a todos sus cargos y responsabilidades, haga el favor de renunciar al lastre que supone tener que pagarle unos ingresos públicos que, a mi entender, no merece. Cobrar indemnizaciones o sueldos costeados por los ciudadanos de una nación que no se quiere ni respeta debería impedirse. Ya sea por decisión propia o, si no cabe la decencia personal, por decisión patriótica.

Centrándome en la verdadera noticia de ayer, debo reconocer, sin ambages ni medias tintas, el arrollador éxito de la candidata popular Isabel Díaz Ayuso. Ser fiel a tus principios y valores, poniendo siempre en prevalencia el interés y bienestar de los ciudadanos madrileños, ha dado su fruto. Éstos se han sentido protegidos y valorados, comportándose como caballeros con las urnas por testigo.

Más allá del gran resultado y satisfacción de los ciudadanos de la comunidad madrileña, como españoles también debemos felicitarnos por estos resultados. La defensa de los sentimientos patrios, poniendo en valor la nación española y pensando en los efectos que dichos resultados pueden tener en Moncloa, hacen recuperar la ilusión a futuro. Lo acontecido ayer en la Comunidad de Madrid, que alberga la capital del Estado, puede ser el preámbulo a una nueva y esperanzadora ola de recuperación de la economía, las expectativas y la defensa de España, sin contar con amigos y socios que tengan como prioridad traicionarla o romperla.

Demostrado queda el tropiezo de aquellas políticas de abandono de nuestra nación como tema clave. Empieza a verse el coste de pactos antinaturales que depositan decisiones de Gobierno con alcance nacional en manos del separatismo o de los que han llevado sangre y violencia, durante décadas, a las casas de los españoles. El sanchismo paga su necesidad y dependencia del poder con este primer revolcón que, esperemos, tenga continuidad en próximas citas electorales. Seguiremos a la espera deseosos de que resurja el verdadero socialismo, que no puede tardar en reaccionar, tras verse relegado a opción segundona en la izquierda madrileña, como ayer se constató.

Se vislumbra un nuevo horizonte en el que se palpa la posibilidad de que, en cualquier ámbito de poder, se pueda prescindir de todos aquellos que anhelan fechorías tales como el proceso separatista catalán, ya sea por activa, como sucede con los socios parlamentarios del sanchismo, o por derivada, como lo hacen sus socios de gobierno.

Con 65 diputados en la Asamblea madrileña, la presidenta de la comunidad podrá hacer las políticas que crea conveniente. Sabemos, porque lo ha demostrado, que lo hará sin que le tiemble el pulso en ningún momento y será siempre pensando en los madrileños, su libertad, su porvenir y, ante todo, por y para España. Los números derivados del escrutinio de ayer nos garantizan que, desde la principal institución de los madrileños, la defensa de España es indudable y que se ha amortizado la posibilidad de que lleguen al poder los que la han pretendido ningunear, sin ponderar bien el daño que generan sus políticas y pretensiones.

Somos muchos los que nos sentimos congratulados tras lo vivido ayer, llevando como mejor se puede esa gratificante sensación de que lo peor ha pasado y, tras irse uno de los liantes, para el segundo empieza la cuenta atrás.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans