La libertad…..no paramos de acercarla a través de la palabra, de imprimirla en una pancarta, de gritarla con eco en una concentración, pero hemos olvidado de conjugarla con la democracia.

Democracia no es manosear el sector social menos favorecido, feminizar hasta el espasmo a la mujer, fotocopiar sin pausa los títulos académicos, dar un achuchón a las rapiñas de lo ajeno. Democracia es contar con la pluralidad, con la diferencia, con elegir, con una carrera de obstáculos que ofrece el aliciente en la meta, con la satisfacción de tener la oportunidad de colaborar para un futuro alentador, para decir No o Sí sin sentirse señalado.

Ese “Demos”, el pueblo, es el anclaje del gobernar, la pieza maestra para que funcione a pleno ritmo y eficacia. No habrán sobresaltos si se administra bien el mantenimiento , el aceite, las piezas de repuesto, dicho de otra manera si todos están al corriente de su imprescindible implicación. No es suficiente votar, ir a las urnas y dejar caer la papeleta del partido que se desee para llevar el peso de la gobernanza; antes hay que conocer las necesidades de las que adolece el país , sus ciudadanos y plantearse con seriedad quién puede mejor llevarlas adelante, lo que obliga estar al día de los pormenores y participar de distintas maneras en el ritmo social sea el cultural, el económico, el científico o cualquier otro por los que se desparrama la vida colectiva.

Atender un poco la oratoria de los líderes políticos, desencadena un rechazo firme, promesas sólo cara a la galería, ganchos para el interés únicamente del partido sin primar las necesidades reales. Se han hecho concesiones que perjudicaban al país en su conjunto, primaba únicamente el poder, tirar adelante con el cargo. Concesiones que con el paso de las legislaturas han mermado la presencia del Estado y de ahí los derechos de los españoles. En varias Comunidades Autónomas la lengua oficial en todo el país, la que vertebra, al igual que lo hace en otras naciones europeas la suya, ha dejado de estar presente en ambientes oficiales y sobre todo en la escuela, lugar donde se forman los ciudadanos del futuro próximo. Se la rechaza y con ironía en las televisiones públicas se la pisotea a la orden de una ideología dañina, la nacionalista. Esto es lo que está ocurriendo desde hace muchos años y todo empezó por decisiones que no se valoraron en su momento y que han facilitado el debilitamiento de la legalidad.

Hay que dar paso a la libertad y para poderla apreciar no se ha de poner baldas a la información en su amplio espectro; los medios por donde llegan las noticias y en donde se plasman distintas interpretaciones, han de tener su espacio visible pues son los caminos para alcanzar material que gestione con toda normalidad las respuestas de los ciudadanos. Esto tan evidente no tiene cabida y lo más grave es que con subvenciones de origen público se crea un entramado tal que asfixia la pluralidad en detrimento del libre pensamiento.

Después de los comicios madrileños, en los que el pueblo ha empezado a despertar del sueño letal en el que estaba situado, se debe plasmar esa inquietud de ser protagonista en todos los espacios sociales porque son de él, no se los tiene que regalar a los políticos, ellos deben gestionar únicamente lo que concierne a las instituciones después de anotar lo que la ciudadanía desea en su andar diario.

Debe terminar el que nos impongan por ley sin debate social todo lo que constituye nuestra vida desde el nacer hasta el morir. Se ha llegado al extremo de que los posicionamientos más rocambolescos, más insólitos y a veces más infames se firman y adelante, no se cuestionan.

Con este comportamiento de callar, ayudado en gran medida por la ausencia en los rotativos de noticias de gran calado cuando pueden perjudicar al poder o beneficiar a la oposición, no se ayuda al funcionamiento del sistema democrático, ahora sobre todo cuando los índices de participación el 4 de mayo han roto lo predecible. Se ha de trasladar ese entusiasmo a todas las comunidades. No esperemos a que nos oprima otra pandemia para rebotarnos. La libertad se alcanza cuando creemos en la Democracia y la hacemos nuestra.

Ana María Torrijos