Qué irresponsabilidad y qué falta de respeto por la vida humana. Que utilicen a sus adolescentes y a sus niños como arma política, qué poco sentido del ridículo hacer una demostración de poder, poniendo en evidencia su incapacidad para gestionar políticamente su país. El gobierno de Marruecos debería plantearse muy seriamente su imagen exterior, y no digamos la interior. No me explico qué tipo de valores inspiran un régimen que hace ostentación de no poder darles a sus súbditos los mínimos necesarios para vivir, mientras se dan la gran vida a costa de los demás. El final de esta historia es tan mezquino como el principio, unos cuantos millones de euros para atajar el problema. Y silencio, mucho silencio. La red de alianzas internacionales de Marruecos le da derecho a que nadie alce su voz frente a esta crisis humanitaria provocada y provocadora. Pero no es la única, hace dos días asistimos alucinados al derribo de edificios enteros en Gaza, donde vive la población civil. Y aquí, un alud de niños y adolescentes escupidos por el gobierno de Marruecos. Así se sacuden los problemas los gobernantes de Marruecos y de España, uno usando a los más vulnerables y desesperados y otros con sonrisas y dinero. También deben estar bien tranquilos enviándolos a España, porque saben que a nosotros nos falta estómago para dejarles morir ahogados o de hambre. Y toda esta inhumanidad para mostrar claramente su postura frente a las reivindicaciones de los saharauis, como siempre, problemas territoriales, ambición enfermiza que no conoce ningún tipo de límite. Como siempre, niños sin futuro que no les importan a nadie, adolescentes desesperados tirando piedras a los tanques. Como escuché una vez en una vieja película: “Si no hubiera Dios, habría que inventarlo”.

María José Ibáñez