El discurso acomodaticio es algo de uso reiterado para los que no tienen ningún problema en trastocar, a conveniencia, su modo de pensar o, como es el caso singular de los encarcelados por golpistas sediciosos, mentir sin pudor para lograr beneficios de tipo personal.

En este sentido, la noticia real hoy no es que Oriol Junqueras cambie su discurso, con la idea de alinear sus palabras con la rebaja moral que supone ver a todo un Gobierno de España arrastrarse por los suelos para dar coba a sus amigos y aliados separatistas. La verdadera fuente de indignación noticiable es que sea el propio presidente y sus palmeros los que defienden dicho postulado en favor de un indulto que, saben perfectamente, ni valorarían como opción de no ser que estuviesen, como están, cogidos por las gónadas.

La ductilidad de este Gobierno chapucero es un factor que no pueden desaprovechar los separatistas para aproximarse lo máximo posible a su objetivo fundacional. Por eso les vale todo, a pesar de cierto coste entre los suyos. No olvidemos que, entre el separatismo, aun siendo una engañifa interesada en provecho de unos pocos, los hay incondicionales que saben entender el objetivo final del reenfoque en el pronunciamiento de su líder. El fin no es otro que salir de la cárcel y entrar, por la puerta grande, en esa mesa negociadora de ilusionismo circense en la que los representantes del separatismo catalán y los vendepatrias del sanchismo español deciden el futuro de todos los catalanes. Sin duda, el nivel máximo de humillación hacia los que combatimos el supremacismo separatista en Cataluña.

La obcecada defensa de los indultos, por parte de los que han prometido servir a España y ser leales a la Constitución de 1978, les debería dejar en una posición de riesgo. Muchos ansiamos que desde dentro de ese partido histórico y de gobierno, como es el PSOE, le empiecen a cantar las cuarenta los suyos, sus bases. Es deseable que sus propios afiliados sean los que se declaren en contra de los que viven, sin pensar en los costes y consecuencias, con la obsesión de seguir en el poder y dormir en el palacio de la Moncloa. Por eso, las próximas convocatorias de primarias, en las que el socialismo español tiene la oportunidad de sacar la basura que supone el chapapote del sanchismo, son determinantes. Conviene que empiece cuanto antes una senda de cordura que depure el enfoque connivente y hermanado con los amigos de los que nos hicieron llorar por sus atentados, junto a los que nos siguen atormentando con sus paranoias secesionistas.

Entre tanto, los interesados seguirán amoldando su discurso para que nuestro ruinoso presidente nacional siga presionando y condicionando al poder judicial en su afán por desmoronar España, pero hasta él sabe que el contador se ha puesto en marcha y se aproxima su mudanza.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans