“Un poder sólo puede ser derrocado por otro poder y no por un principio.”  (Oswald Spengler)

¿Qué está dejando Pedro Sánchez en España? Vamos por el camino de un neo-marxismo estrafalario donde sólo cambia la técnica. Es cierto que hay un electorado fiel al la izquierda y eso lo pagamos toda la ciudadanía.

España se ha convertido en un conglomerado de cargos y trabajadores públicos gestionados por empresas de colocación y marketing conocidos como “partidos políticos” y no importan de qué color sean, porque les interesan para tener un cojín electoral lo más acolchado posible.

Hoy no diré que esto viene de Adolfo Suárez, ya eso es pasado, pero repasaré como está hoy España donde se vulnera el Estado de Derecho de la ciudadanía hasta exprimirlo con la revisión que prepara Pedro Sánchez de la “Ley de Seguridad Ciudadana”.

Ya el PSOE no esconde que es un partido comunista abiertamente, eso sí, disfrazado de un falso progresismo que da más grima que gracia, con toda la sinceridad lo digo.

Pero lo peor es la derecha que no hace nada ante nuestro “Conducator” patrio. El mismo que lucha contra la justicia para amparar a sediciosos malversadores que para colmo han vivido de los contribuyentes de la nación siendo cargos públicos.

También estamos en una cultura de banalización de la vida con el aborto, la eutanasia y desviar la vista cuando entran ilegales en España, que ni entran, sino, que están traídos por mafias como Open Arms, subvencionadas por organismos públicos. Reconozco que estamos en un proceso de sustitución demográfica de la sociedad, que no sólo pasa en España. Pero con el Gobierno actual que justamente pisa el acelerador para que suceda.

Estamos en una sociedad que parece que sufra la enfermedad del Trastorno Bipolar, donde pasa de estados de euforia, obviando hasta su propia seguridad personal, hasta estados apáticos que no reaccionamos para poder reclamar ni los derechos básicos de supervivencia.

Pero hay un sector social en España que es la clara esperanza, que es la crítica, pero no remata. Cuando es claramente consciente de que el problema son ciertos grupos sociales que los exprimen.

El colmo de los colmos es que traidores natos, que muerden la mano que les da de comer como son los separatistas, sean no solo impunes sino protegidos por el propio Gobierno y, peor aún, sin la respuesta de la oposición.

¿Tenemos una derecha que le da miedo que les llamen “FASCISTAS”? ¿O tenemos una derecha cómplice que prefiere no hacer nada contra la izquierda? A mí no me importa que me digan fascista, bueno, la verdad depende de quién me lo diga, lo considero un halago. Y, es más, si la izquierda teme al fascismo, tan malo no será. Por lo menos sería más eficiente para la sociedad.

Pero bueno, hoy la palabra “fascista” es condenada, pero muy poca gente sabe que es un socialismo de derecha por su carácter patriótico y el reconocimiento de la propiedad privada a las clases populares, o dicho de otra forma ex-socialistas que conocen muy bien a los socialistas. Y aún mucha gente no sabe que nace esa idea en Francia a finales del S.XIX con Charles Maurras y Georges Sorel.

Estos dos últimos párrafos son para ilustrar este artículo.

Mientras estamos en una sociedad en la que pagamos y pagamos impuestos como los de la luz, mantenemos a criminales como políticos y Sálvame sigue siendo líder de audiencia. Y no veo mal que la gente vea telebasura como si yo fuera un ilustrado. Sino, que la telebasura es para desconectar la mente en momentos que hay una cierta estabilidad. Marx decía que la “Religión es el opio del pueblo”. Hoy, ciento cincuenta años después la televisión la ha substituido.

Despúes nos encontramos a personajes como Adriana Lastra, Miquel Iceta, José Luis Ábalos, Irene Montero o Alberto Garzón, entre muchos otros que nos gobiernan. Y no es sólo por los votantes de izquierda, sino por la pasividad de la derecha.

Víctor Milà