Han acabado las Olimpiadas de Tokio y nuestro balance ha sido de 17 medallas. Hemos bajado en el escalafón mundial, a pesar de lograr la misma cifra que en Río de Janeiro, al disminuir en 4 los oros que, en estos “Juegos de la pandemia”, se han contabilizado como platas. La consecuencia de ello ha sido bajar del puesto 14 al 22 en el medallero.

Siendo realistas y valorando el coste medio que supone lograr una medalla, teniendo en cuenta la inversión que llevamos a cabo, como país, con nuestro programa de ayuda al equipo nacional olímpico, casi que podemos estar contentos.

En esta cita hemos de tener en cuenta que deportistas profesionales de primer nivel mundial, como los que tenemos en deportes que mueven mucho dinero, como el golf o tenis, no han podido participar. Tampoco deportistas de altísimo nivel en deportes que garantizaban presea pero que no mueven tantos recursos, como sucede con el bádminton. Digamos que el destino nos jugó una mala pasada y los dejó en casa, sabiendo que con ellos hubiésemos logrado mejorar el registro de 2016. Pero, aun sin ellos, hemos mantenido en cierto modo el estandarte y el nivel.

Como catalán siento un orgullo inmenso por mi delegación deportiva, la española, y sus logros en esta cita japonesa de 2021. Una cita que, por el Covid-19, ha dado continuidad al olimpismo en su convocatoria de Tokio 2020 con un año de retraso.

Que nuestros deportistas, en referencia concreta a los nacidos en mí misma comunidad, hayan contribuido a sumar para que el país que representan logre los mejores resultados en lo deportivo nos colma de satisfacción y enorgullece. Por eso quiero agradecer a los catalanes que formaban parte de la selección masculina de fútbol, los de la selección masculina de balonmano, los de la selección femenina de waterpolo, del equipo del K4 de piragüismo en sprint y de la pareja de vela en la clase Finn, las medallas que lograron para su país, para España.

Con estas evidencias queda claro que nuestra comunidad siente el confort y respaldo de aportar dentro de equipos en los que la ayuda de compatriotas del resto de España les hace alcanzar la presea que, por su calidad, esfuerzo y compromiso, merecen. Nuestros deportistas, los de mi región, saben que los equipos en los que estaban integrados requieren de todos los participantes y la unión de los compañeros de todos los puntos de España para hacernos grandes, ser competitivos y lograr el reconocimiento que supone subir algún peldaño en el podio.

Ningún catalán ha logrado sumar medalla de forma individual. Sólo hemos alcanzado el éxito jugando a la baza ganadora, la de la unidad del esfuerzo y siendo lo que son, es decir, parte de unos equipos hermanados, unidos y solventes que representan a toda España.

Para los que dudan o no saben reconocer el logro alcanzado por ciudadanos de su misma comunidad, les recuerdo que, lejos de ser la Dinamarca del Sur, como babean los separatistas, en estos Juegos ha quedado claro que, por libre, sin el respaldo de los demás integrantes de los respectivos equipos, de todos los puntos de España, esa imaginaria república bananera que ansían difícilmente entraría en el cómputo del medallero.

Al paranoico separatismo le invito a ver con qué países podrían realmente compararse y codearse, si no fuese porque suman en el equipo nacional de España, su verdadera, real y única nación.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans