La Democracia no es sólo una Constitución, unas Instituciones, unos políticos, unos posicionamientos ideológicos…la democracia es algo más y fundamental, necesita la presencia y la opinión de los ciudadanos “ la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado “.

¿ Dónde está ese pueblo ?,

¿qué se ha hecho de él ?.

A lo largo de las distintas legislaturas, desde la del señor Suárez hasta la del señor Sánchez, se ha ido desvaneciendo la ilusión que se puso aquel día en el que por primera vez se introdujo la papeleta en la urna. Una papeleta que buscaba justicia, bienestar y libertad para todos en el marco de la ley. La desoladora situación por la ausencia de una firme respuesta ciudadana se ha hecho realidad, es visible la perdida, consciente por parte de algunos e inconsciente por la de otros, de cada uno de los valores que integran una vida social sana, llena de ilusiones y capaz de proyectar un futuro mejor.

Los atropellos económicos se han multiplicado, delitos convertidos para muchos en lo habitual y lo más lamentable es que recaigan en parte sobre la clase política. Unos políticos que están viviendo a costa de los presupuestos del Estado, ávidos de lo ajeno con afán de destruir lo que tantos siglos han ido forjando, España. El repasar ese pasado nos permite encontrar personajes, hazañas y sobre todo un pueblo que supo defender a su patria en momentos clave, pero hay un elemento nuevo en este difícil panorama actual, no se estudia la verdadera historia, varias generaciones sin saber lo que fueron nuestras raíces, lo que representaron nuestros antepasados. Las competencias en enseñanza, exclusivas del Estado, se regalaron a las Autonomías entre las que se encuentran las amordazadas por la élite nacionalista.

La honestidad ha dejado de estar presente y también la verdad como referencia del respeto hacia los demás. Bobaliconas frases de fácil propaganda salpican cada día los rótulos informativos, los cargos públicos sin el mínimo decoro llenan sus mensajes de engaños, de mentiras para un público que consideran borreguil, domesticado después de cuarenta años de pasar por unas aulas vacías de alicientes educativos, trampolín para los abanderados ideológicos que han ido cubriendo de docentes las plazas y que al amparo de unos materiales prefabricados y cada vez más alejados de lo que son los conocimientos, el saber , sólo les mueve diseñar unos futuros ciudadanos mamelucos, corte generadora de vítores a todos los modelos de sociedad que tengan como referencia la igualdad de género, el desbocado feminismo y las energías alternativas. Y mientras tanto nuestro país con municipios pequeños deshabitados, con una emigración descontrolada, con un golpe de muerte a muchos autónomos, con una gestión nefasta de la situación sanitaria, con un futuro educativo desolador …y un gasto descomunal por colocar, enchufar a amigos y familiares al frente de puestos de carácter público.

Un panorama nada gratificante y con poco futuro, con un solo modelo sectario de sociedad, predispuesto a avasallar los pilares sobre los que se diseñó España, una nación con valores cristianos, con afán de saber, con una rica cultura, con un deseo innato de libertad y una entrega a causas loables que han marcado su presencia en el devenir de la sociedad.

Tiene que despertar ese pueblo. No cabe llegar a extremos límites para gritar ¡ basta !. Daoiz y Velarde deben ser rescatados del pasado glorioso y constatar su presencia ahora cuando la inseguridad reina, cuando nos gobierna un Ejecutivo ni preparado ni leal a los ciudadanos que se supone representar.

No habrán disculpas si los profesionales, si las personas capacitadas en puestos de relevancia, en áreas clave, no asumen su presencia ni motivan al resto de la ciudadanía.

Ana María Torrijos