Siempre se habló del complejo de los partidos estatales con el separatismo desde la legalización realizada por Adolfo Suárez.
¡Ay!, el bueno de Julio César, cuando dijo que “Roma no pagaba a traidores”. Después de más de 2.000 años, España sí lo hace y encima parece que les debemos estar agradecidos, hasta el punto de que Pere Aragonés es el presidente autonómico que más cobra.
El fallo de nuestra democracia es que no se salvaguarda de la gente peligrosa, como comunistas y/o separatistas, y lo más lamentable es que lo pagamos las clases productivas.
Es un error estructural, donde a los partidos les sale más rentable tener un sistema clientelar a base de pagas y subvenciones, añadiéndole además las minorías separatistas necesarias para conseguir el poder.
Eso lo ha entendido perfectamente Pedro Sánchez, que ni corto ni perezoso, negoció con los comunistas de Podemos y con los separatistas filoterroristas de Bildu y ERC , y no pienso bajar el tono en llamar filoterrorista a ERC, porque en 1992, integró a miembros de Terra Lliure en sus filas.
Ya no es nuevo que diga que Pedro Sánchez quiere el poder a toda costa por sus características personales y que lo hará al precio que sea. Eso me quedó muy claro en el 2016, cuando Santiago Vidal reconoció en una conferencia de la Asamblea Nacional Catalana, que el actual presidente del Gobierno les prometió que los seaparatistas conseguirían sus fines. Y el año pasado Quim Torra en una entrevista a Vilaweb, se mofó de que Sánchez miente, tergiversara y negocia con quién sea para resistir en el poder.
Peor es la respuesta de Pablo Casado, que bajando el tono ante los socialistas, cree conseguir, o quizá sí consigue, algo de sus intereses personales. Espero estar equivocado, pero la negociación de esta semana sobre la adjudicación de jueces del Tribunal Constitucional me da muy pocas esperanzas, porque da la sensación de gobierne quién gobierne no habrá grandes cambios.
Claro que los separatistas son perjudiciales para la sociedad, es innegable, pero van de cara. Y el Partido Socialista lo es más porque son gente dispuesta a todo por el odio endémico al concepto de España. Hasta venderse como un partido que salvaguarda la unidad nacional.
Pero todos sabemos lo que son los socialistas a estas alturas, el problema es que no hay una gran reacción por parte de la oposición política, porque sí hay una oposición social que a su vez está cohibida de ir a manifestaciones por si los identifican por internet.
Otro problema sistemático que no quiero olvidar son los grandes impuestos de unos contra las grandes subvenciones de otros. Y he de pensar que mucha gente que las cobra son enemigos declarados de la sociedad española.
Mientras socialistas, comunistas y separatistas campen libremente, nos mereceremos nuestra degradación nacional y social.
Esto quizá falta en España, una autoridad porque hay una falta del Estado de Derecho de las clases productivas, más un sistema público que sea con gente distinguida, aislando socialmente a los mediocres, para generar riqueza y un futuro para las próximas generaciones.
Víctor Milà