Qué soliviantados estamos todos porque en las escuelas e institutos no se respeta la sentencia del TSJC que dicta que se impartan el 25% de las clases en español. ¿Cómo nos hemos podido tragar que la lengua vehicular de enseñanza en Cataluña debía ser el catalán?, ¿porque se trata de la lengua propia de Cataluña? Perdón por la aclaración, pero los territorios no tienen lengua. Somos las personas las que hablamos y esa lengua es nuestra propiedad inalienable, los únicos derechos lingüísticos que existen son los de los hablantes, es decir, las personas.
Uno de los principales derecho humanos, reconocido además por la UNESCO, es el derecho de usar la lengua materna, que no pertenece a ningún entorno y es la única propia de cada ser humano. Es la lengua de nuestra madre y nuestro padre. Es además común a muchos otros, porque sí, ese es su principal objetivo: la comunicación. Ni la conformación de hipotéicas repúblicas, ni la construcción de mentiras sobre el odio adoctrinador, ni las subvenciones públicas tienen finalidad comunicativa de cohesión y convivencia social. En el caso del español, es la lengua común a más de seis millones de personas. Somos una gran comunidad de hablantes de español, que compartimos elementos básicos inherentes a nuestra cultura hispana.
¿Y nos prohíben a las madres y a los padres que nuestros hijos puedan estudiar en su lengua? ¿Quiénes son, ni han sido nunca, ellos para prohibir estudiar en español en España?, ¿qué 25%?, ¿una limosna? ¡Basta ya!, parece una broma de mal gusto. La gente quiere pensar, hablar, estudiar, trabajar, proyectar y sentir en su propia lengua al 100%, faltaría más. Las familias tienen su propia lengua, las mujeres tienen un vínculo sagrado con sus hijos ya antes de nacer y es a través de su propia lengua, por eso se la llama lengua materna. No se puede consentir que un atropello semejante nos venga impuesto, disfrazado de cordero, para exigir, a través de su lengua, un sistema político basado en el odio y las mentiras, con un adoctrinamiento infantil que hace peligrar la propia cohesión en el seno del hogar, pues llega a enfrentar incluso a los hijos con sus progenitores, como si se tratase de una “policía del pensamiento”.
Ya está bien de cuentos, nadie nos puede robar nuestra lengua y ellos lo saben mejor que nadie, no pueden agredir a ningún niño porque sea hispanohablante, ni por pintar una bandera española en su álbum, ¡ya está bien de tanto odio!. Queremos usar libremente el español en España y poder expresar nuestro amor por lo nuestro.
Ya en la Segunda República habían dos líneas educativas, una en catalán y otra en español, exactamente igual que en todos los países con zonas bilingües. No se trata de imponer nada a nadie, se trata de no atropellar el derecho de las personas a usar su propia lengua en los territorios españoles con cooficialidad lingüística. Así de sencillo.
¿25%?, no gracias.
¡Libertad, 100%! ¡Respeto, 100%! ¡Democracia,100%! ¡Español, 100%!
Libertad de elección de lengua, ya.
María José Ibáñez