Sentir en tu seno el latir de un pequeño corazón, apreciar los movimientos acompasados de unos piececitos y notar la presencia de esa nueva vida, es un don que se ha dado a la mujer. Después del primer llanto, las caricias, los besos y la palabra será la expresión natural del amor.

Pero han aparecido los talibanes y nos indican que ese contacto oral debe ajustarse a sus consignas, debe hacerse en la lengua que ellos consideran propia. El derecho de la madre de expresarse con su hijo y luego complementarlo con la instrucción escolar está fuera de sus planes si no cumple con el programa identitario.

Estamos en un país democrático que reconoce las libertades y los derechos individuales que están marcados en la Constitución, pero no nos hemos percatado de que no todas las personas o grupos están en esa línea, hay quienes ven en esos derechos un pasaporte para privarles de lo que ellos creen que es únicamente de su propiedad. No han pasado las páginas de la Historia, aún suponen vivir en etapas ya finiquitadas, en las que mandaban tan sólo un puñado de familias y los demás a obedecer, señores feudales eternos.

Las lenguas son medios de comunicación entre las personas y se han ido modelando según el transcurso del tiempo y con el empleo que se ha hecho de ellas. Al surgir los Estados Modernos para mayor entendimiento se eligió una lengua que uniese y solía ser la más conocida por todos. En España la lengua que reunía esos requisitos era el castellano, mejor dicho el español pues no es aquella lengua que se hablaba en Castilla sino una lengua franca que unía a todos aquellos que vivían y transitaban por la península y que luego cruzó el Atlántico para recorrer toda América. Fue una de las primeras lenguas romances que asumió unas reglas gramaticales y se empleó en los primeros titubeos literarios medievales. Eso le dio la impronta de ser la lengua oficial de la Nación española y hoy en día una de las más conocidas y empleadas en la comunicación internacional.

Asumimos un sistema político que considera a todos los ciudadanos con iguales derechos, las leyes son las que marcan la pauta mientras que no se deroguen. Entre todos ellos está la lengua oficial del Estado conjuntamente con las cooficiales en las comunidades autónomas en las que se hable también otra. Y en ese marco de legalidad surgen toques doctrinarios que emplean las instituciones en manos de los secesionistas para imponer lo que a ellos les plazca o les interese. En el caso que nos atañe es el idioma, usado indebidamente como excusa para colocar “sus manazas” en el fondo económico o en puestos de poder. Una grave situación que debe atajarse por infringir el marco legal y por someter a los ciudadanos a los esquemas restrictivos de mentes que sólo actúan avasallando y destruyendo la convivencia, las libertades y la paz social.

Toda madre y toda familia tiene el derecho de decir cariño a su hijo y de oír el eco en las aulas, y el pequeño a aprender a hablar, a ampliar sus conocimientos, a jugar, cursar una carrera universitaria o a conocer a fondo todo el campo profesional en la lengua materna, oficial. Y la única manera de conseguir un buen aprendizaje y valerse sin barreras dentro de su país es sentirse respetado en sus derechos inapelables.

La “incuestionada” ley electoral ha facilitado a los nacionalistas el encontrar un resquicio para destruir derechos Individuales al no creer en la persona, sólo les guía el concepto colectivo aunque lo esgrimen para el beneficio no de todos sino de unos apellidos privilegiados que se han ido repitiendo a lo largo de los años y en distintos modelos políticos, siempre en el poder, esa era su consigna. Cuando aparecía algún apellido no, según ellos, de origen selecto, se le adornaba con el nombre propio ajustado a la norma gramatical “de la lengua propia” y a gobernar con la inquina de uno que se debe hacer perdonar su origen “charnego”.

Lo que parecía difícil de conseguir, ahora la presión electoral lo está haciendo, destruir lo más importante en democracia la libertad. Los centros educativos, la tv pública, la rotulación e información oficial, las entidades sociales, la iglesia, los topónimos todo ha pasado por el control del identitario cónclave de los analfabetos funcionales o tocados por el estigma de la etnia. Un ejemplo reciente es haber dado a uno de sus líderes históricos el réquiem del fusilamiento en vez de lo que limitó su vida las secuelas de una enfermedad. Si pudiéramos ver al aludido, es posible que iluminara sus labios con una sonrisa.

La estulticia no puede privarnos de los valores que aporta el Estado de Derecho. “Ja soc aquí”, como dijo Josep Tarradellas, uno de los avales de la transición democrática, y otros interiorizamos “Ya estoy aquí”. Así se expresa la Democracia, libertad de elegir la lengua que desees: el catalán o el español.

Ana María Torrijos