Hace días días, el pasado 14 de marzo, Clara Ponsatí reconoció que no le importaba que hubiera muertos para conseguir su causa, la Independencia de Cataluña.
Es muy curioso que aceptara decir esa confesión en plena invasión rusa a Ucrania y que Laura Borràs esté en pleno proceso judicial por malversación de dinero público para propaganda y enchufismo para conseguir la indpendencia.
La paz en un pueblo, su cénit es que haya clases medias a base de que haya empleo, pan y techo. Pero los separatistas, desconectados con las masas sociales productivas, lo que pretenden es mantener su chiringuito a costa de vidas humanas.
Ciertamente se podía prever esta situación, desde que Jordi Pujol empezó con el procès en los años 70 y en los años 90 el proceso de la desagregación Yugoslava, que trajo tantas desgracias en los Balcanes por unos capos de la zona como eran Slobodan Milosevic y Franjo Tudman, que procedían de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia y que evidentemente a estos appartchiks no les importó la vida de sus pueblos para hacer una guerra.
Pero volviendo a Jordi Pujol, ni se sabe con exactitud la de miles de millones que ha cogido de las arcas públicas y ahora es considerado “Padre de la Patria Catalana moderna”, la misma Cataluña que ha pasado de ser la locomotora económica de España y un sitio de integración del resto de españoles a ser un reducto xenófobo pueblerino.
Mientras Ponsantí va saltando de Escocia, Bélgica y Suiza, a base de dinero publico desviado por los partidos separatistas, se ríe del pueblo que está en una de las mayores crisis económicas y sociales creadas por ellos, diciendo que “La independencia es una causa tan grande que ha de reconocer que podría costar una vida, pero había que ir hacia delante”. Mientras ella se pega la vida padre.
Lo peor es que hay gente que la sigue, pero viendo que son funcionarios enchufados, gente de la tercera edad con problemas de socialización y un sector de la juventud que estudia carreras sin salida laboral, sólo se les puede llamar y tratar como parásitos sociales.
Mientras que la gente ve que cada día se le suben los productos básicos y sus facturas. Ellos siguen con el cuento para mantenerse con su alto standing de vida.
La complicidad del PSOE, está clara. En una cosa coinciden, es por el dinero y el poder hacen lo que sea. Eso sí, que lo pague otro. Y ahí tienen el amparo del actual Gobierno. Sí, el peor Gobierno de la historia de España, y no bromeo, si comparamos a Fernando VII parece una broma.
Pobre ciudadanía normal, la que busca vivir en paz y tranquilamente, y que quiere trabajar para poder sobrevivir. Me parece que nos deberíamos poner duros contra los separatistas, socialistas y podemitas ya que son el peor mal que tiene nuestra sociedad.
Víctor Milà