La información relativa a la valoración de la educación de los jóvenes españoles nos deja, literalmente, por los suelos. Leer este titular debería dejarnos asombrados: “España dobla la media de la OCDE de alumnos sin grado medio o Bachillerato: el 28% de los jóvenes de entre 25 y 34 años no tiene un título”. Además, para acabar de humillarnos, el nivel de lo que conocemos como “ninis”, es decir, los que ni estudian ni trabajan, nos deja en una verdadera y ridícula situación comparativa con el resto del mundo desarrollado.

Pero no nos olvidemos que, para este inteligente equipo de Gobierno con el camarada Sánchez a la cabeza, la clave para intentar mejorar el nivel cultural de nuestros chavales es primar a los jóvenes con un bono cultural que, en una mayoría que no quiero pensar que sea unánime, se usará para disponer de videojuegos. Una exitosa y gratificante –para los productores- posibilidad de usar los magníficos 400 euros que regalaremos a los que cumplan 18 años. Una edad que supone la llegada a la edad de mayoría de edad y, por tanto, la posibilidad de ser agradecido al ejercitar el derecho a voto. Sería denigrante el uso interesado de los fondos públicos, máxime sí, como podría interpretarse, existe una correlación y enfoque electoralista por parte del socialcomunismo sanchista.

Hay muchas maneras de educar y de mejorar los niveles educativos. Para empezar, tomándose en serio el tema de la docencia y la seriedad en las escuelas. Los profesores han de ser, de forma prioritaria, maestros que educan y forman. Lo del camarada o el compadre que enseña es compatible, pero sin perder de vista el rol del que imparte las clases y el de los que asisten a la escuela para aprender.

Pero el criterio mayoritario en la escuela española discrepa mucho de ese planteamiento. Parece que la directriz es la de limitar la formación para tener a los jóvenes obsesionados con el reto de alcanzar, en el mejor de los casos, una plaza pública. Un conformismo atenuador de voluntades que fulmina las capacidades emprendedoras y la iniciativa. Solo es necesario estar al día del trato impositivo al que despunta y desarrolla sus capacidades, llegando a ser autónomo o empresario contratador, para descartar esa opción y subirse al carro de la dependencia del Estado. Esa es la sociedad que nos está dejando el paso de tanto inútil por los órganos de gobierno, desplazando la potencialidad de nuestros jóvenes por esa ilusión de lo público como única garantía de desarrollo personal.

Y, para colmo, en nuestra comunidad eso se convierte en una odisea de mayor envergadura, al ser la educación la herramienta base para la mentalización de los jóvenes. La imposición de un idioma, junto con las ideas que pretenden conectarlo con el sentir separatista, genera frustración y fracaso. No poder aprender en tu lengua materna, teniendo que pasar por el filtro talibán de la inquisición idiomática y sus paranoias, aunque tu idioma sea tan oficial como el que te meten con embudo, tiene sus costes a futuro. Esa es una de las razones fundamentales para asistir el miércoles que viene a la manifestación del 12 de octubre en Barcelona. Una cita que tiene un lema tan simbólico y claro como es “+España y +español”. Una marcha en la que defenderemos el uso de la lengua española en la escuela, sin imposición del catalán, permitiendo el uso docente de ambas lenguas cooficiales en total igualdad de condiciones.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans