La delirante realidad en la que nos movemos los españoles, a tenor de las ideas lacerantes del presidente del Gobierno de la nación, supone indignación, asombro, desánimo y vergüenza. Unos términos que señalan de forma clara el estado de ánimo que nos caracteriza a la mayoría, al ver las decisiones que adopta nuestro Gobierno. Es la consecuencia que supone tener a un presidente como Sánchez, rodeado de su club de fans y todos esos palmeros a sueldo que le hacen la ola para complacer y regocijar el ego narcisista del macho alfa.

Además de la insalvable alianza con el comunismo rancio de los podemitas, que no dejarán de apoyar al actual presidente en ningún caso para evitar los riesgos de una cita ante las urnas que les lleve al ostracismo, lo más denigrante y humillante es el nivel de sumisión de Sánchez y su séquito ante los representantes del separatismo.

La imperiosa necesidad de los apoyos de la flor y nata de la sociedad española, con los representantes del comunismo extremista como coaligados y las minorías hiperrepresentadas de los separatismos alucinógenos como muletas, deja en muy mal lugar a todos los socialistas que, alejados de la bajeza moral que caracteriza al sanchismo, son defensores de las tesis del socialismo con profundos sentimientos constitucionalistas.

Es evidente que hay socialistas que han sabido pasar página, olvidar, aparcar rencores y mirar adelante, mientras que los ubicados en la órbita sanchista, que hoy domina el histórico PSOE, siguen anclados, con miras electoralistas, en el rencor, uso de mentiras, manipulación y mirada constante al siglo pasado. Un tiempo y vivencias que ya han sido superadas para la mayoría de los electores que hoy son citados a urnas.

En este sentido, hace falta un mayor ímpetu por parte de los barones territoriales, al verse superados ante tanta miseria vergonzante de su líder en Moncloa. No es suficiente con la palabrería desde los púlpitos de los parlamentos autonómicos, hay que dar el paso y movilizar a los que no se ven representados por Sánchez y sus tropelias. En caso contrario, parecería la táctica del bienqueda, lanzando mensajes a la vez que se prioriza el cuidado por la nómina y el cargo.

A estas alturas de la película hemos de ser conscientes de que no todo vale para mantenerse en el poder. El constante salto de líneas rojas, como fueron, por ejemplo, las concesiones de indultos a los líderes del golpismo catalán, la posibilidad de disponer de representación deportiva internacional de equipos autonómicos vascos –un tema con largo recorrido y extremadamente contagioso- o, ahora, la mutilación en el Código Penal de la pena por el delito de sedición, que se debería europeizar tendiendo a la cadena perpetua, son claros ejemplos que sensibilizan a muchos votantes del socialismo patriota. Comparto su deseo por una involución y un nuevo liderazgo sano que redefina el futuro del PSOE, leal a España y respetuoso con la separación de poderes.

El sanchismo, sin escrúpulos ni remordimientos, dejándose humillar por el separatismo que hoy realmente manda en España, debe dejar paso, lo antes posible, a un futuro que evite el caos, la ruina y más ridículo en el contexto internacional. En base a ello, apoyaremos las convocatorias de todos los partidos constitucionalistas y del asociacionismo alineado con nosotros, siempre que su objetivo sea erosionar al actual gobierno socialcomunista, que tantos réditos está aportando a los enemigos de España, y plantee como horizonte la convocatoria anticipada de nuevas elecciones generales.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans