Como si fuese una decisión entre el Gobierno y sus amos separatistas ha llegado un nuevo Mundial de Fútbol, sin que se haya hecho demasiado ruido y como si estuviéramos todos acomplejados por ello. Parece que, como sucede con tantas decisiones traicioneras de los impresentables antes citados, se quiera ocultar o se pretenda que pase casi desapercibido, obviando que se trata de una nueva edición del mayúsculo evento deportivo que supone la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA 2022.

Se trata de un torneo especial, al celebrarse en Asia y teniendo en cuenta todo el revuelo que conlleva la situación política, cultural y de libertades que se vive en el país organizador. Un país con el que estamos bastante familiarizados, al costear marcas del emirato numerosos fichajes de futbolistas a cambio de publicidad en camisetas.

La decisión de jugar en Catar fue de hace unos años y, por aquel entonces, no debió tener nada que ver el hecho de que sea una de las mayores reservas mundiales de gas natural, un recurso que hoy está en boca de todos. Más bien apostaría que tuvo mucha influencia su capacidad financiera y la cantidad de dinero que manejan. Por tanto, aunque sea cerca de fin de año para evitar las temperaturas extremas desérticas, algo que supone un cambio en la tradicional celebración de dicho campeonato en el calendario, veremos la pelota rodar en el Estado árabe de Catar.

Al margen de los enfoques socio-políticos, que seguro traerán cola en esta edición y generarán más ruido mediático que los factores meramente deportivos, debemos valorar la presencia de los mejores equipos nacionales del mundo, con los nuestros como uno de los posibles favoritos a alzarse con el trofeo.

En este sentido, pensando en arrimar la sardina, la anterior vez que se salió de la costumbre de jugar en América y Europa, compitiendo en África, nos hicimos con un sonado triunfo que todavía nos humedece los lagrimales. No perdamos la ilusión de que en esta nueva tentativa –ahora asiática- podamos repetir la hazaña que supuso ganar un Mundial para España.

Dejando de lado todo lo que no es deportivo y centrando la expectativa en lo que supone este juego de pelota profesionalizado que mueve masas, espero que hagamos un digno papel y, si es posible, grabemos una segunda estrella encima de nuestro escudo, una vez termine la competición el próximo 18 de diciembre.

Como en cada torneo internacional, con España como participante, nuestros amigos de Barcelona con la Selección nos ofrecen la posibilidad de ver, en compañía de buena gente y ambiente, los partidos de nuestro equipo nacional en pantalla gigante y, dada la animadversión del Ayuntamiento de Barcelona a las participaciones de España en las competiciones, tendrá que ser en un local privado.

Una limitación que se debe, otra vez más, al desapego y antipatía que el Ayuntamiento de la Ciudad Condal tiene con sus representantes nacionales, obstaculizando los permisos para disfrutar de los partidos de España con macropantallas en espacios públicos. Son de sobra conocidos sus argumentos reiterados, desgastados y customizados al caso, aprovechando este año el país organizador como justificación para negar las pantallas. Al menos podrían dejarse de milongas y ser sinceros, yendo de cara, diciendo Colau que la negativa es por tratarse de la selección nacional de España.

Obviando ese fanatismo y centrando el tema en el disfrute de este gran evento, aprovecho para pasaros información y, si os apetece, participéis con nosotros de la fiesta que montará Barcelona con la Selección el domingo que viene, día 27 de noviembre a las 20h en ASTORIA (C/París 193 de Barcelona), para ver el partido de España contra Alemania. Hazte cuanto antes con tu entrada en www.barcelonaconlaseleccion.org.

¡VAMOS ESPAÑA!

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans