La manipulación de la sociedad ensalza o adormece los temas según convenga y, especialmente, en función del destinatario del foco al que se quiera señalar. Por esa razón, ciertos asuntos pueden quedar en nada si el interés mediático y los poderes, esos que manejan a conveniencia el ruido social, entienden que no compete o es inoportuno.

Con dicho argumento, bajo un contexto plenamente supeditado a unos mandatarios concentrados en la órbita socialcomunista arrimada al separatismo, lo más probable es que se corra un tupido velo, se pase página o se silencie todo lo que pueda ser susceptible de afectar al trípode que, actualmente, maneja los hilos.

En este sentido y pese a tratarse de un asunto vinculado con el deporte no cabe duda de que, siendo el Barça, la política tiene muchísimo que ver. Bajo ese prisma y teniendo en cuenta su vínculo con uno de los ejes dominantes, en relación con el separatismo del que hace gala la Directiva de dicho club, el margen para la imparcialidad y el rigor tiende a cero.

Es difícil que un estandarte evidente de uno de los poderes reales salga escocido de todo esto, aunque lo merezca. No olvidemos que el Gobierno de España está en manos del separatismo y que éste tiene al Barcelona como embajador especial.

Las apuestas serían claras, si se quisiera ser consecuente, pero también son previsibles los resultados de todo este proceso, conociendo de antemano los que posiblemente puedan acabar sentados en el banquillo. No cabe esperar consecuencias que perjudiquen al Barça, siendo lo más probable que quede en entredicho toda la trama de compra de arbitrajes. En caso contrario, las alusiones victimistas y el enfoque de castigo por lo que son y no por lo que hacen sería insoportable.

Su nexo con el separatismo es su comodín. Ser su abanderado, a pesar de la opinión de una parte de sus socios y las peñas repartidas por toda la geografía nacional, hoy le sirve de salvaguarda. La condena –si la hay- será lánguida o de inmunidad. Los antecedentes, cuando se habla de legalidad y castigo al separatismo, ya los conocemos.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans