“Es incuestionable la prevalencia del club blanco sobre el azulgrana en los campeonatos en los que se representa a España en el ámbito continental o mundial”

Ha pasado mucho tiempo escuchando ese soniquete futbolero. Un cántico que pretende señalar al Real Madrid como beneficiado de las decisiones arbitrales. La envidia e intención por minusvalorar sus logros están detrás de la famosa cantinela.

Agotado el argumento de las Copas de Europa en blanco y negro, que tanto explotaron, el galardonado con el título de Mejor Club del Siglo XX ha conseguido callar a todo el que pretende negar el dominio del Real Madrid en el fútbol europeo y, por extensión, el mundial.

7 trofeos de la máxima competición europea en el siglo XX y otros tantos en el actual acreditan su posición privilegiada. Solo las paranoias y la rabia pueden cuestionar esa realidad. Y solo la envidia y la frustración puede pretender quitarle esa plaza.

El que va camino de revalidar el galardón en el siglo en curso, algo que no veremos, pero es más que previsible, sigue humillando con sus victorias internacionales la penuria de los que han de conformarse con ser los máximos ganadores de la segunda competición doméstica.

Realmente debe ser complicado vivir a la sombra del Real Madrid. Y la historia no cambia. En los 22 años competidos del siglo XXI la dinámica victoriosa le otorga un balance favorable de 7 a 4, al comparar las Champions del club de Chamartín con los títulos logrados por los abducidos por el sectarismo separatista.

Los liderados por el llorón de los rencores, que sabe lucir el victimismo propio de sus hermanos del lacismo, podrá seguir alardeando de ser el mejor equipo del mundo para consolar a sus seguidores, al verse superados ante la imposibilidad de compararse con la trascendencia histórica de los merengues.

Si los 14 títulos de la máxima competición europea, frente a los 5 del Barcelona, no son suficientes, podemos valorar los éxitos en el Mundial de Clubes, en el que el balance repite victorioso por 5 a 3. Para rematar, la Europa League, en la que juegan los equipos importantes de cada Liga sin contar con el ganador del título nacional, vuelve a dejar atrás al Barcelona.

Es incuestionable la prevalencia del club blanco sobre el azulgrana en los campeonatos en los que se representa a España en el ámbito continental o mundial. Incluso, a nivel nacional, la primera competición de fútbol vuelve a estar bajo el dominio del Real Madrid y solo queda por delante el Barça al analizar resultados de la segunda competición de ámbito doméstico, la Copa de Su Majestad el Rey.

Por tanto, no parece descartable que, para acercarse a los logros del mejor, se puedan haber utilizado opciones que poco tengan que ver con lo deportivo. Huele a fraude mayúsculo en el deporte español. El uso de “la pela es la pela”, regando con millones de euros a los árbitros para que piten en beneficio de un antideportivo Barça, parece que va cerrando el círculo.

Los culés podrán seguir con su cantinela, victimismo y lloros, pero la verdad al final siempre hará su camino. Aunque, en nuestro país, donde vale todo y no pasa nada, rodeados de acomplejados sin voluntad de implementar condenas ejemplarizantes, ya sabemos que esto acabará en nada. El Barcelona, a pesar de que se demuestre que manipuló competiciones, saldrá indemne. No veremos consecuencias que compensen sus logros fraudulentos. Sabemos que estamos en manos del separatismo y el principal abanderado del mismo, en lo deportivo, es el club del presidente enfurecido y llorica.

Borja Dalacan

Artículo publicado en “ElCatalán.es”.