En pleno proceso de redacción, dando vueltas a los temas a tratar como consecuencia de las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo, nos cae del cielo la suculenta noticia de la convocatoria anticipada de elecciones por parte del presidente del Gobierno.
Don Narciso no deja puntada sin hilo y, con esta noticia, seguro que algo pretende. Para empezar mucha gente con ganas de sacar punta al fracaso, dando rienda suelta a la escritura entusiasta tras la evidente caída del sanchismo, enfocara su texto hacia una noticia trascendente y suculenta como la que ha generado. Con este sorpresón se hablará mucho menos de los resultados de ayer.
Algunos temas, que en condiciones normales podrían haberse convertido en la rutina literaria del momento, van a digerirse con menos ruido. Me refiero, por ejemplo, a la aplastante victoria del Partido Popular, el refuerzo de posición que consuma a VOX como tercer partido nacional y lo posiciona como aliado vital y necesario para afianzar muchas mayorías, el finiquito definitivo de la candidatura naranja y, con visión focalizada al caso de Barcelona, el fracaso de los valientes, que´quedarán en el recuerdo, pese a su bienintencionado empeño, por restar fuerza a las otras dos candidaturas que estarán en el salón de plenos del Ayuntamiento de la Ciudad Condal.
La iniciativa presidencial relega todo lo anterior y consigue que se centren los medios en la convocatoria de dentro de un par de meses. Ya tenemos fecha para consolidar, por fín, el final del conturbernio del sanchismo con la extrema izquierda y toda esa retahíla de socios y amigotes que, como nexo común, desean ver rota y fragmentada la nación española.
Es complicado meterse en la mente del macho alfa, para encontrar la razón que justifica la cita anticipada para el 23 de julio. Quizás haya visto la oportunidad remota de sacar el proyecto sanchista adelante, antes de que se recompongan los socios de “La Yoli” y la iniciativa Sumar tenga alguna posibilidad de hacerle sombra. Si nos atenemos a los porcentajes obtenidos puede ser el momento, con Podemos relegada a la nada y los compañeros de viaje de la vicepresidenta mal parados. Habrá pensado que conviene apostar por la recomposición de fuerzas vendiendo como referente único al PSOE.
Tampoco descartemos que, en esa narcisista y ególatra mente, es muy probable que la idea de que él, como luz radiante y eje de toda la vida política, vea posibilidades de reconducir y solucionar el difícil momento en el que se encuentra el partido que el sanchismo ha parasitado. Nunca sabrán agradecer el privilegio y suerte que ha supuesto que él se cruzara en el camino del partido socialista. Y tampoco conviene esperar mucho, no sea que Page le ponga las pilas y se interponga en su liderazgo del PSOE.
Aunque quizás, sencillamente, haya visto la luz tras las meteduras de pata al buscar aliados. En este sentido, lleva acumuladas ya varias medallas. Por ejemplo, el fiasco que supone gobernar con Podemos y su inigualable tarea libertaria de violadores y pederastas, con el castigo que le ocasiona el pacto con Pablo Iglesias que le impide hacer limpieza de ministras inútiles. O el crecimiento de la fuerza representativa de los sediciosos indultados que ahora ganan incluso en la capital catalana, sin olvidar el impulso dado a los herederos del terrorismo etarra, tras sacar éstos provecho de esa imagen sumisa y dependiente de todo un presidente del Gobierno de España necesitado de su apoyo.
Sea como fuere, me alegro infinitamente de que convoque nuevas elecciones generales. Ahora toca aprovechar esa cita y, tras el paso de este Atila por Moncloa, se logre una mayoría aplastante en la que, con una nueva coalición que una a los que verdaderamente quieren a España -esperemos que sin ver más naciones que la que nos une a todos-, se recomponga tanto destrozo generado por el sanchismo y sus muletas.
Ahora sí, contamos los días.
Borja Dacalan