Tras el pronosticado fracaso de la investidura encabezada por el candidato popular, durante la pasada semana, se han apresurado los secretarios provinciales del PSOE, personas colocadas y fieles al sanchismo, a salir a la calle con un manifiesto en mano para mostrar su respaldo, sin titubeos, en favor del candidato derrotado en las últimas elecciones generales. Una candidatura alternativa cuya única posibilidad se sustenta en la sumisión y capitulación ante el separatismo.

Lo que Sánchez tenga en mente y proponga, para colmar su vanidad desenfrenada y el ego desmesurado que le hace un ser característico, es indiferente para todos sus palmeros. Este nuevo episodio del show sanchista, tan planificado como la decisión de ir a votar el 23 de julio, demuestra la utilidad de un aparato de partido controlado, con lacayos en guardia para responder con celeridad al toque de aviso para mostrar apoyo al líder supremo.

Si se quiere mantener la barriga llena y seguir a flote, en una sociedad exigente que sabe diferenciar entre personas capacitadas y los que no tienen otra rama a la que agarrarse, hay que hacer lo posible para que perdure la garantía del “compañero Sánchez”. La verdadera prioridad es la calidad de vida, el sueldo y un sillón que les hace parecer algo en la vida, sin importar la vergüenza o los principios.

El sanchismo hace acopio de toda esa gente con la que no se puede contar a la hora de defender los valores constitucionales, en especial sus artículos cabecera uno y dos. Se han ubicado en el bando de los que quieren destruir todo lo que represente a España, compartiendo su esfuerzo con los etarras políticos, los golpistas supremacistas, los comunistas de alta costura y toda la morralla que revolotea en el hedor del vendepatrias.

La primera gran sumisión parece que se sustentará en la concesión de una amnistía inconstitucional a los líderes del golpismo separatista. Toda una muestra de lo peligrosa que es la vanidad, el uso patológico de la mentira y la falta de principios, lo que lleva a un obsesivo egocéntrico a dilapidar la separación de poderes y preferir arrodillarse antes que defender a España.

Borja Dacalan