La indignación y el asombro está empezando a visualizarse en las calles. Los españoles, perplejos ante los acontecimientos, empiezan a dar muestras de su hartazgo. Las constantes cesiones del Gobierno en funciones, en favor de los que quieren romper España y con la única excusa de poder mantenerse en el poder, ha provocado la respuesta social con alcance nacional.

El sanchismo cómplice y su sumisa conducta ha conseguido generar más malestar, incluso, que el propio separatismo. Estos últimos, inmersos en su verdad fantasmagórica y paranoia, siguen el guion esperado en base a lo que tienen estipulado como razón de ser. Pero lo que sucede con el corrompido PSOE, un partido que ahora es una mera marioneta en manos de la vanidad egocéntrica de su impresentable líder, no hay por donde cogerlo. Ha convertido a un partido político histórico en la muleta de los separatistas para que controlen y gobiernen la nación que quieren romper.

Es del todo lógica la reacción de la sociedad, al ver como se ha sucumbido a los delirios de los que saben que es el momento de explotar al máximo la oportunidad, siendo indispensables para la investidura. Y, en este sentido, aplaudo que muchos españoles, incapaces de asimilar que el gobierno de la nación se haya comprometido de forma absoluta con las tesis inconstitucionales que promueven sus amos separatistas, ejerzan su derecho a quejarse, enfocando sus quejas hacia los que, definitivamente, se han quitado la careta.

Borja Dacalan