Los resultados de las negociaciones que han supuesto la consolidación de una nueva mayoría parlamentaria Frankenstein, a base de concesiones y la compra mísera de votos por parte del necesitado Sánchez, no podemos considerar que sean consecuencia de errores o desajustes de puntería por parte del fuego amigo o aliado. Lo que estamos viviendo es un verdadero e inequívoco cambio de bando por parte del Gobierno de España. Éste, que debería garantizar la integridad y prosperidad de la nación española dentro del marco constitucional, se ha convertido en un servil bufón de los que, sin el mínimo atisbo de sometimiento a las directrices jurídicas de la nación a la que pertenecen, hacen lo que quieren con la voluntad de un títere que da evidencias de algún retraso cognitivo camuflado en un ego desmesurado.

La vanidad y la necesidad que supone, para un fracasado baloncestista, llegar a ser el presidente de la República bananera que ansía, no olvidemos que este es el siguiente paso, quedó patente ayer en la Cámara Baja. Su chulería y risas sarcásticas en tribuna, al poner de manifiesto que el candidato Feijóo “no quería” ser presidente, lo dejan claro. Para este tipejo barriobajero, incapaz de entender que uno se puede negar ante la humillación y sumisión absoluta de la nación a los deseos delirantes de los separatistas, lo de tener valores y principios es secundario si está en juego el sillón presidencial. Sostener la conducta a lo definido en un programa electoral y ser consecuente con los que te han votado no son consideraciones a tener en cuenta, para un sinvergüenza que se juega el Falcon dispuesto para volar y un palacio como residencia.

Las cesiones que vamos a ver, con toda esa ristra de firmas de pactos antiEspaña que han supuesto el goteo de la capitulación por fascículos, están únicamente fundamentadas en la ambición personal. El cúmulo de concesiones no sólo hunde al país, sino que, también, destroza la moral de muchos de los que llevamos más de una década enfrentándonos contra el enemigo que pensábamos que era común a todos, el separatismo y su entramado multidisciplinar.

Tanta sandez y patochada, en el nombre de España, para colmo, ha dejado muy tocados a los que hemos estado dando la cara, de forma personal o a través de nuestras asociaciones y en nuestros continuos actos y eventos. Esta falta de tacto, con los que hemos trabajado en la línea que ahora se traiciona, es una derivada a tener muy presente, siendo muy costosa de digerir la visión de un Gobierno de España tan malo como los propios separatistas. Su complicidad y actitud camufladora de los objetivos maléficos que tienen éstos en su agenda, los convierte, incluso, en más peligrosos que los que siempre han venido de cara. Sin el refuerzo que supone un gobierno de la nación convencido y defensor del marco constitucional, nos vemos, en estos momentos, en la tesitura de ir recogiendo cachitos de nuestra moral repartida por los suelos.

Cuesta comprender cómo se puede llegar a ser tan miserable, negando el mal que generó el violento separatismo y que, ciertamente, vivimos los que residimos en Cataluña. Se ve todo muy fácil a más de 600 kilómetros de distancia y creyendo lo que te cuentan. Duele en el alma que todo quede en nada y salgan de rositas, mientras los defensores de la ley, con los policías como mejor ejemplo, se ven estigmatizados por cumplir con la legalidad. Y da repelús pensar que, absortos en su inutilidad, no vean que el borrón y cuenta nueva que está a la vuelta de la esquina no sirve para anular la nueva ofensiva destructora que remate la faena, con el Estado desprotegido y sometido, una vez ha brindado el sanchismo el futuro de España al separatismo en bandeja de plata.

Sánchez lo conseguirá, pero el liderazgo se ejerce por concesión de los que le votan y le sostienen en el cargo dentro del partido, por lo que el gran problema, personalizado en ese ser impresentable, es realmente la complicidad del PSOE y sus votantes. Parece que a todos les da igual lo que el amo decida, mientras no seamos gobernados por la derecha. Tenemos lo que nos merecemos. Dejemos de hacernos “pages mentales”, pensando que el remedio es endógeno. No esperemos nada de los barrigasllenas que no tienen más salida que el sillón y sus ingresos, siendo esclavos de sus intereses sin importarles el bien de España.

Los mindundis que gobernarán España podrán repetir mil veces que sus decisiones están dentro de la Constitución, pero todos sabemos que no es así y que los jueces ya están distribuidos del modo oportuno para aplaudir las gracias a los vendepatrias del sanchismo. El horizonte no es gris, sino que tiende al hedor ennegrecido del chavismo y sus artes.

Hoy iniciaremos una legislatura en la que hemos sido vendidos por los que ya sabíamos que eran los más peligrosos. Y, durante este tiempo, hasta algunos de los combatientes los han tenido como aliados en la cocina. Eso sí, no podemos negar que, con sus mentiras y tergiversaciones, en el PSC son tan listos que se saben vender ante los catalanes como el remedio constitucionalista y no lo que realmente son, la muleta del separatismo. Así nos va.

Javier Megino