¿Confiabas en Felipe VI para parar la debacle a la que nos lleva el PSOE?

Lo que vivimos en España, siendo testigos de la ambición, la vanidad y el ego desbocado de un impresentable capaz de desequilibrar el Estado por su necesidad enfermiza por alcanzar la Presidencia del Gobierno sin importar los costes, nos posiciona en un momento histórico.

La coyuntura abría la posibilidad de que el guión establecido en nuestra norma fundamental se saltase. En este sentido, muchos pensaban que el rey pararía esa investidura arropada por los que incumplen el objetivo básico del monarca, que es mantener la unidad de la nación española. Una cifra representativa del 33% pensó que nuestro jefe de Estado no aceptaría el liderazgo de Sánchez, acompañado de ese conglomerado parlamentario antiEspaña que le aúpa consciente de que es el presidente más débil y manejable.

Por el contrario, el 42% si daba por seguro que no se opondría y la investidura maligna de un ser como el líder sanchista se consumaría, tal y como ha sucedido.

Para completar, en un alarde de esperanza, una cuarta parte de los votos apuesta por la acción efectiva de nuestra Jefatura de Estado cuando sea real el insulto a los buenos españoles, por ejemplo, firmando la ley absurda, inconstitucional y humillante, de la amnistía. Dicha ley no es más que un redactado a la carta para contentar a los mangantes y los incitadores de la violencia separatista, esos que han hecho presidente a Sánchez.

No ha pasado desapercibida la cara del rey, dejando claro su hartazgo, durante las fotos protocolarias tras la promesa del cargo por parte del mentiroso compulsivo. Esa falta total de sintonía con el títere del separatismo nos permite una ilusión, como es la de que se produzca un portazo cuando vaya el sumiso con su redactado de privilegios para sus amigos separatistas para que sea sancionada la ridícula ley. Ojalá Felipe VI le niegue, por España, tal denigrante sacrificio de la España constitucional.