La miserable actitud de trogloditas y bufones, la circense guardia pretoriana del gran estafador y mentiroso que nos gobierna, sale a la luz para defender las posturas oficialistas del corrompido PSOE, moduladas a la carta al son de las exigencias del separatismo.
Esos bocazas impresentables, colocados a dedo para proteger al indecente y desviar la atención, saben con certeza que mienten con sus argumentos, del mismo modo que lo sabemos todos los españoles. De hecho, dando un paso más respecto de lo expresado por el que consideran díscolo, no tengo duda de que son plenamente conscientes de que las medidas adoptadas por el sanchismo ya sobrepasaron hace tiempo el extrarradio de la Constitución. Es incuestionable que el PSOE, en la actualidad, es un partido fuera del constitucionalismo, que solo sabe apelar a la renovación del CGPJ para dominarlo lo antes posible y seguir con el plan emulador de las dictaduras de sus amigos caribeños.
La sumisión rastrera del Gobierno, humillando a España y los españoles, obedece a la necesidad de cumplimiento de todas las peticiones rocambolescas del amo que, con sus 5 escaños y todavía en condición de fugado, tiene la gobernabilidad de la nación que pretende destrozar en sus manos. Por tanto, la alusión al extrarradio constitucional es plenamente lógica y veraz, intentando, a mi entender, ser muy prudente y comedido.
Respecto de la posibilidad de extradición, planteada por el único valiente que se ha atrevido a hacer frente a la deriva del impresentable enamorado del espejo palaciego, no tengo duda de que en el nido de la bestia llevan tiempo maquinando el modo ejemplar de darle en el morro. Únicamente la evidencia de una mayoría absoluta lograda contra pronóstico en su territorio, mejorando los exiguos resultados nacionales del que se cree el centro del universo y tuvo que venderse por necesidad a sus socios carroñeros minoritarios, frena un ataque frontal que, pese a sus consecuencias y costes, creo que es cuestión de tiempo.
Sin importar los colores y solo pensando en el porvenir de España, ya estando embarrado hasta las orejas, espero que no afloje el único aprovechable que queda en ese partido fraudulento. Debería plantar cara y buscar alianzas con los que pueden estar callados, pero piensan como él, derribando el emblema de la ruina de España que hoy la preside. La cobardía no procede en un momento histórico como el que vivimos en esta España de todos. Ya no vale el cinismo de Vera, que acabó de palmero, o el silencio de Lambán. Es el momento del valor y de la defensa de los principios del partido que hoy está parasitado por el sanchismo y, por encima de todo, de la gallardía y fortaleza moral del que sabe que actúa por coherencia, convicción, patriotismo y sentimiento.
Borja Dacalan