La convocatoria de elecciones autonómicas para el 12 de mayo es una nueva oportunidad. Una cita que debería reflejar parlamentariamente la realidad social catalana, aunque ya sabemos que esto es muy complicado si tenemos en cuenta el reparto de escaños por provincias y la sobrevaloración de algunas zonas de la comunidad respecto de otras.
Desde que voto, y van unas cuantas décadas, al elegir a nuestros representantes en el Parlament siempre ha primado la diferenciación entre separatismo y fieles a la legalidad constitucional. Lo de izquierda y derecha queda relegado, siendo el factor determinante el identitario y territorial. Pensemos, por ejemplo, que la extrema derecha de Junts no pone pegas para aliarse con la izquierda republicana o los radicales antisistema, al tener todos en su horizonte la misma meta. El baremo, como se ve, va en un sentido concreto.
En este sentido, es bastante preocupante que la suma del constitucionalismo real, el fiable y creíble, esté en 20 escaños, como resultado de sumar a los 11 de VOX, los 6 de Cs y 3 del PP. Una cifra que menguó a la mitad, respecto de la cita anterior, tras el varapalo sufrido por el partido que llegó a ganar con 36 diputados. Una redistribución que, desgraciadamente, se apropió en su mayoría el fraude del PSC. Con su conocida y característica forma de lograr votantes, usando la mentira y el camuflaje de campaña, captó el descontento del votante naranja haciéndose pasar por el voto útil del constitucionalismo. Algo curioso, puro efecto boomerang, al haber nacido Cs con la vocación sustitutiva de los farsantes del PSC, ocupando en sus orígenes el mismo espectro político pero sin el ramalazo nacionalista que tan bien saben mimetizar els socialistes de Catalunya cuando les conviene.
Ahora, si cabe, la situación es todavía más grave. El PSC ha sido capaz de motivar el desmoronamiento de los fundamentos base del partido de ámbito nacional que representa en Cataluña, dejando al PSOE fuera del perímetro constitucionalista. Le ha llevado a situarse al otro lado, identificándose de pleno con el ideario nacionalista. Por tanto, es imposible contar con el PSC a la hora de ver el peso real del constitucionalismo parlamentario catalán. Ellos han dado el paso y se han posicionado, esperemos que sus votantes, defraudados y humillados por esas siglas y las de alcance nacional, hagan lo propio y dejen de escuchar los cantos de sirena, viciados y fraudulentos, que son costumbre en los días previos a la cita con las urnas.
La confluencia que parece que sumará las fuerzas de PP y Cs en las próximas elecciones autonómicas, como parece que al final se puede llegar a consolidar, vaticina una mejora importante en los resultados previstos. No tengo duda de que el liderazgo de Alejandro sacará provecho de tal hermanamiento. Y, por descontado, se augura un magnífico resultado del principal partido que actualmente ejerce la defensa parlamentaria del constitucionalismo en Cataluña. VOX, tras un trabajo incansable en sede parlamentaria, parece tener a su alcance, al menos, la repetición exitosa del número de escaños logrado en la anterior cita.
Sea como fuere, esperemos que el techo actual de 20 se vea gratamente excedido. Para eso, es muy importante que todo votante descontento del PSC, tras ver como el PSOE es capaz de humillar a los españoles con una inconstitucional ley de amnistía, sin olvidar el resto de errores acumulados que mayoritariamente están vinculados con su sumisión ante el separatismo, deje de ser el depositario de un voto que no merecen, que no representan y que no defienden. El 12M olvídate de los traidores y vota, con fiabilidad y garantía, por España.
Javier Megino