El desmemoriado de los acontecimientos que tuvieron lugar hace pocos años, al no acordarse de lo sucedido en 2017 con las hordas separatistas generando terror en las calles de las ciudades catalanas y en las infraestructuras públicas, vuelve con rencor a recordar a su electorado lo que pasó hace casi un siglo. Asco y vergüenza son términos que se quedan cortos al pensar en el descarado que usa su memoria histórica sólo con fines interesados y, como es evidente, con claro enfoque electoralista.
Con las urnas calentando para salir al terreno de juego hemos podido ver al enterrador Sánchez en su máximo esplendor. Le encanta la pose rodeado de calaveras y osamentas, con toda su parafernalia, para remover conciencias y dejar claro a su electorado que ellos apelan y promueven la convivencia y la hermandad entre españoles mientras remueven y desentierran el pasado. El efecto boomerang, coincidente con los tiempos electorales y su visita al renombrado Valle de los Caídos, parece la mejor forma de activar la movilización de esa izquierda fanática y rencorosa que él, con su sanchismo vendepatrias, abandera.
Parece mentira, algunos bien entrados en la cincuentena ni siquiera sabemos en qué bando lucharon nuestros abuelos, por ser algo que ni nos ha interesado ni motivado, pero otros tienen el tema de los dos bandos como bastión propagandístico para los momentos en que se acerca la elección de papeleta. Sin rencor ni remordimientos, habiendo asumido que corresponde a otro momento de nuestra historia, tengo curiosidad por sacar el tema a mis padres y saber, si lo recuerdan, con que uniforme combatieron mis respectivos abuelos. Aun así, habiéndolos querido por lo que fueron y no por el bando en el que lucharon, su nieto tiene claro que lo importante es el futuro de España y no el guerracivilismo del que es forofo nuestro flamante enterrador, capaz de sacar el asunto a escena cada vez que lo cree conveniente y pertinente.
Borja Dacalan