Para el régimen secesionista más de la mitad de los catalanes no existen, porque sólo el cabe el pensamiento único en la esfera pública.

Cataluña lleva ya décadas en un régimen separatista que lejos de buscar la concordia, ha provocado la destrucción a pasos agigantados de una región española que era próspera y motor económico de España, y que lo consiguió gracias también al empeño y trabajo de otros muchos españoles que la hicieron progresar. Sin embargo, eso hay que enmarcarlo en el pasado, porque hoy Cataluña ya no es ese motor, dejando por lo tanto de tener ese encanto internacional que tenía. Y todo, por culpa de unas políticas rupturistas cargadas de odio, envidia y xenofobia separatista.

No cabe duda, que el separatismo ha convertido a Cataluña, en la de una parte, no en la de su totalidad, llegando a imponerse a la mayoría de los catalanes con supremacismo y autoritarismo, en el que se incluyen por descontado la falta de libertades, como por ejemplo que las nuevas generaciones no puedan escoger estudiar en español en las aulas, que no haya libertad de expresión, ni política. Más inseguridad. Y Que se use el catalán en la administración por obligación o los medios de comunicación estén muy controlados por la Generalidad de Cataluña.

Un situación que provoca que el separatismo esté adoptando unas políticas excluyentes y rupturistas que no son para todos los catalanes. En definitiva, un régimen totalitario secesionista que habla hasta de un ADN catalán superior y que desde luego no persigue el bien común de la sociedad catalana, y a los hechos hay que remitirse.

Pero como si fuera poco, los partidos secesionistas que están terminando de destruir Cataluña, son los mismos que a su vez mantienen al Gobierno de España de Pedro Sánchez a cambio de concesiones para ellos y por puro interés tanto para Sánchez como para el separatismo. Un caldo de cultivo que ha dado lugar de manera incuestionable a una división y un ambiente guerracivilista en España solamente comparable a la turbulenta y sangrienta Segunda República Española (1931-1936).

Precisamente en este grave contexto político, social y económico irán a votar los catalanes el 12 de mayo en unas Elecciones Catalanas amenazadas además por la política nacional e internacional. Pero también en un momento en el que la desatención política ha aumentado mucho y no es para menos.

Con este artículo analítico e informativo, no pretendo influir en el voto sea para el partido político que sea, la abstención o el voto nulo, pero sí concienciar del terrible y esperpéntico escenario catalán al que hemos llegado y no debería haber llegado nunca, y que desde el Gobierno de Sánchez pintan como mejor que 2017, pero lo cierto, es que no es así, porque el poderío secesionista es hoy más fuerte que nunca a la vez que el desprecio a los catalanes que no quieren una Cataluña fuera de España es también muy evidente.

Erik Encinas