El inquilino de Moncloa, con esa gran necesidad que tiene por ser el gran referente mundial propalestino y saciar su absorbente necesidad de protagonismo en los medios, tal y como su patológico ego vanidoso le exige, se ha dedicado a pulular por medio mundo en favor de la causa Palestina.

Al verlo de un lado para otro haciendo su ruta, soportando portazo tras portazo en las narices, me vienen muchas cosas a la cabeza. Por ejemplo, la necesidad que tienen los que han encabezado el rojerío en España para que, tras su paso, quede algo en el recuerdo que se pueda entender meritorio, aunque solo sea para su flora y fauna, intentando ensombrecer todo el destrozo que su paso por el poder ha podido ocasionar. Por eso, el otro gran inspirado de la política española tuvo como gran idea lo de “La Alianza de las Civilizaciones”, algo que quedó en un “no res”, pero que al menos proporcionó infraestructura para el barrio de Diagonal Mar de mi ciudad.

Tampoco conviene perder de vista que esa lucha por la causa Palestina, que cada vez que lo escribo me recuerda la estampida con el tema Sáhara, puede tener que ver con el amor platónico hacia la consorte política con la que suma. Su paseíllo puede ser el coste por el apoyo incondicional de la rubia de pote y los suyos. Atender las demandas de la radicalidad fanática del comunismo de alta costura puede estar detrás, como pago del aspirante a piloto de vuelo para mantener a la cacatúa en la jaula. Prefiero pensar que sea esto, en lugar de un modo de agradecer el reconocimiento recibido por parte de los terroristas de Hamás.

Se junta, por tanto, la compensación al aliado con la necesidad enfermiza del que solo vive en paz si el espejito mágico le recuerda a diario que es el más bello.

Mientras tanto, los amigos y socios que le dan sostenibilidad aprovechan para marcar estilo y, con las urnas calientes, dejar claro lo que piensan y lo que son. Algo que le importa un bledo, anteponiendo el disfrute de los parabienes que le confiere su puesto presidencial sin importarle en absoluto la ideología, las intenciones o la trayectoria terrorista/golpista de los radicales que apoyan y dan continuidad al gobierno del país que pretenden, entre todos, finiquitar.

Borja Dacalan