Es imposible morderse la lengua y obviar la singularidad de lo vivido esta semana con la famosa carta del adolescente que tenemos como presidente. Una misiva empalagosa que debe entenderse como un mensaje para la movilización de sus adeptos, con el único fin de que le sigan dando palmaditas y vitoreando.
Los más pelotas entre sus palmeros ya se han apresurado en decir que la sociedad debería movilizarse en favor del “enamoradísimo”, saliendo a la calle de una forma abrumadora para que el ego del narcisista se viniese arriba. Pero, sabiendo que todo esto no es más que un paripé, puesto que no hay duda de que volverá a la carga para acabar su destrozo de España, si lo que pretendía era cogerse un puente y disfrutar de unas vacaciones, no era necesario montar todo este follón. Un lío que, con pocas luces, se ve que solo pretende el autobombo y la búsqueda de un respaldo ególatra y vanidoso.
¡Váyase, por favor!, y no hace falta que cierre la puerta. Necesitamos que quede abierta para airear todo el pudor que se ha acumulado durante estos difíciles tiempos en que su miseria y la evidente falta de principios han permitido el colapso de la política nacional y el futuro de España. Sus purines y el lodazal en el que tanto disfrutan los suyos no es lo que queremos los españoles. Aproveche para celebrar su amor y disfrute de la vida, en Marruecos seguro que conocerá bonitos rincones para dar rienda suelta al frenesí adolescente.
Olvídese de los españoles. A los españoles nos va a costar décadas olvidarle. Déjenos vivir en paz. Deseamos que sus días de reflexión y escapada no se limiten a cinco. Recoge los bártulos y vete con viento fresco, junto con toda esa corte de mediocres que humilla a España.
Es una pena que todo este ruido se base en una ilusión. Una esperanza sin recorrido, al ser la consecuencia de otra de sus estrategias de mentira y falsedad. Muy a nuestro pesar, desgraciadamente, todos sabemos que es incapaz de dejarlo y conocemos de antemano cómo acabará la esperada jornada del lunes que viene.
Borja Dacalan